El Kikuka-shō: La Belleza de las Tradiciones Japonesas en su Máxima Expresión

El Kikuka-shō: La Belleza de las Tradiciones Japonesas en su Máxima Expresión

El Kikuka-shō, una competición hípica japonesa de renombre, exalta la tradición y el legado cultural de Japón. Ignorado por muchos, este majestuoso evento es un baluarte de las costumbres nacionales.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Cada vez que surge la conversación sobre eventos culturales de renombre mundial, el Kikuka-shō debería ser un punto inevitable. Este evento japonés, que significa literalmente "Premio de Crisantemo", es una de las carreras más prestigiosas del mundo hípico. Tiene lugar a finales de octubre en el hipódromo de Kyoto, y es la tercera joya de la Triple Corona del Japón que todo aficionado al hipismo conoce.

¿Qué lo hace tan especial? Empecemos desde el principio. El Kikuka-shō es un festejo de la tradición japonesa, de la cultura que aprecia lo que es puramente suyo. Este tipo de eventos son un respiradero necesario, lejos del caos de una globalización que otros celebran sin cuestionar, convirtiéndonos a la cultura del otro y diluyendo lo que realmente somos.

Todos los años, esta carrera de 3.000 metros presenta a los mejores potros de tres años del Japón. Es un espectáculo que no solo los entusiastas del hipismo esperan con ansias, sino también aquellos que valoran la historia y el legado. Es la tercera, y tal vez la más difícil, prueba para cualquier aspirante a la Triple Corona japonesa. La competencia es feroz, los caballos están en la cima de su rendimiento, y el público es un testigo ferviente de esta tradición arraigada.

Muchos no entienden lo que lleva a millones de japoneses a congregarse en torno a tal evento. Para algunos, es simplemente una carrera de caballos. Pero para aquellos que aprecian el Kikuka-shō, hay una conexión profunda entre el caballo, el jinete y la herencia nacional. Esto es algo que no se puede explicar con facilidad, pero sí se puede sentir al estar allí, observando cómo la cultura nacional cobra vida en cada galope.

La historia del Kikuka-shō se remonta a 1938, mostrando su robustez ante la prueba del tiempo. Desde entonces, ha sido un evento anual ininterrumpido, a excepción de los años de guerra. Y es precisamente eso lo que se debe preservar: la continuidad de una tradición que no se doblega ante las adversidades. En un mundo donde impera una obsesión por cambiar y adaptarse a cada nueva tendencia, el Kikuka-shō nos recuerda la necesidad de constancia, de tener una base firme.

Los patrocinadores y los propietarios de caballos no solo buscan ganancias económicas. Hay un sentido de orgullo, de representación nacional, y de prestigio cultural en juego. El Japón ha sabido mantener vivo este legado y lo celebra a lo grande. Por lo tanto, no es casualidad que el Kikuka-shō goza del estatus que tiene hoy en día. Es un barómetro, un testimonio del valor que se le da a lo propio.

Si miramos el papel del Kikuka-shō en el dirigismo hípico, es algo que se enmarca en políticas bien establecidas y principios fuertes. Japón es un país que, a pesar de todas las influencias, ha conservado la esencia de sus tradiciones y las proyecta hacia el futuro. Las otras naciones harían bien en aprender una o dos lecciones sobre cómo gestionar su propio patrimonio cultural.

Es más, eventos como el Kikuka-shō desafían la idea de que todo debe acoplarse a un molde único y uniformado. Mientras otros proponen formas únicas "universales" para expresarse, el Kikuka-shō se mantiene fiel a su esencia. Aquí radica su fuerza, y el tipo de diversidad saludable que se debería celebrar.

Los días del Kikuka-shō traen a la memoria una simple verdad: no se trata solo de los caballos o las apuestas. Se trata de un sentido de unidad, de identidad compartida. Esto no es algo que debería ser puesto en detrimento o eclipsado por narrativas superficiales de modernidad. Existe, perenne, el orgullo de ser parte de algo más grande, de un legado inquebrantable e inmutable.

Entonces, ¿por qué molestarse con aquellos que desean destruir las tradiciones auténticas para reemplazarlas con sustitutos pasados de moda? Japón ha mostrado una clara alternativa. Y el Kikuka-shō es un claro ejemplo de cómo se debe llevar a cabo: resistente, espiritual y orgulloso. Celebra lo que eres, aprecia tu legado nacional y obsérvalo florecer.

En efecto, lejos de los debates modernos de los acostumbrados liberales que buscan amoldarse a la última moda, el Kikuka-shō es un faro de tradición. Permanece auténtico y demuestra que no todos los cambios significan progreso. Es una hermosa representación de que hay aspectos de la historia y la cultura que deben ser preservados y celebrados.