En una época donde el cine se siente cada vez más invadido por la corrección política y lo 'woke', K. S. R. Das surge como un recordatorio glorioso de un pasado donde el cineastas tenían el poder de dirigir con autenticidad. K. S. R. Das, nacido como Dattatraya Shankar Bhonsle en 1936, fue un director y editor de cine indio que trabajó principalmente en las industrias cinematográficas de Telugu y Kannada desde la década de 1960 hasta principios de los 2000. Es conocido por sus narrativas directas, llenas de acción, y un estilo único que dejó huella en el cine del sur de Asia. Con más de 100 películas en su haber, Das fue un artesano que no flaqueó ante tendencias pasajeras o ideologías restrictivas; su lema era el entretenimiento puro y sencillo que ofrecía la pantalla grande.
Imagínese dirigir en un ambiente donde lo que venía primero era la historia, no las exigencias políticamente correctas de los tiempos modernos. Das era del tipo de directores que confiaban en el poder de los mitos antiguos, las leyendas ricas, y los conceptos familiares, aquellos que resuenan genuinamente en la audiencia. Una historia no tiene que ser deconstruida para demostrar un punto socio-político, y Das lo entendía mejor que nadie.
Su obra 'Gandharva Kanya' (1978) es un clásico olvidado. Relata las aventuras fantásticas de héroes míticos con una capacidad de visualización poco común que se quedó grabada en la mente de miles de espectadores. Estas películas no eran solo éxitos de taquilla; eran un tributo vivo a la rica herencia cultural que él entendía mejor que ningún educador elitista.
Das también fue un artesano en términos de técnica y estilo. Antes de los efectos especiales CGI, él fue un pionero usando imágenes en función de la narración. Experimentó con cámaras, ángulos de edición y transiciones que dejaban al público queriendo más. La película 'Mosagallaku Mosagaadu' (1971) es un claro ejemplo de su compromiso con una narración auténtica que era igual de inspiradora para todos.
K. S. R. Das era más que un simple director; era un símbolo de un cine sin complejos. A menudo, sus películas eran inyectadas de comedia y acción condensada que hacían que la audiencia estallara en aplausos espontáneos, algo que hoy parece ser un lujo perdido.
Y, hablemos sobre personajes. Das comprendía que el público buscaba ideales para emular, no figuras borrosas que se mezclaban en el fondo confundido de la narrativa. Era un maestro en crear personajes con principios claros, rasgos que eran aspiracionales, no aspirantes a la confusión moral que tanto irrita hoy en día. Personajes como los de 'Bobbili Puli' (1982) destacaron como figuras heroicas en vez de anti-héroes egocéntricos.
Reflejando los tiempos potentes y llenos de vida de sus películas, Das adoraba retratar el héroe victorioso, el villano derrotado y la justicia prevaleciendo al final. Esto no hizo que sus películas fueran menos reales; les dio poder. La proyección del bien y el mal claro es algo que, parece, se ha borrado de la narrativa moderna.
Una carrera que abarcó varias décadas permitió a Das ver la evolución del cine desde sus cimientos más tradicionales hasta el amanecer de decisiones digitales que él mismo nunca podría haber imaginado. Sin embargo, su legado no necesita de la parafernalia moderna para brillar; se trata de sentimientos universales que resuenan más allá de cualquier frontera tecnológica.
Si algo podemos aprender del legado de K. S. R. Das, es que el respetar los valores duraderos mientras se crea arte es una ruta para el éxito más sólida que reducir historias a tendencias pasajeras que solo buscan agitar aguas políticas. Tal como su cine, las raíces y valores humanos perdurarán mucho más.
El cine de K. S. R. Das es una joya escondida esperando ser redescubierta, especialmente para aquellos que buscan refugio en tiempos donde la sencillez y claridad moral parece un bien escaso. Quizás adecuada inspiración para un mundo que tropieza con su confusión moral actual.