¡Prepárate para descubrir a un verdadero héroe estadounidense que dejó boquiabiertos a los burócratas de antaño! John McCreath Farquhar fue algo más que un empresario exitoso, fue un patriota que desde finales del Siglo XIX dejó su marca en la política y en el progreso industrial. Nacido en Escocia en 1823, emigró a Estados Unidos para establecer su propio destino y lo consiguió de formas que pocos habrían imaginado. ¿Cuándo hizo sus proezas? Durante la época de la posguerra civil. ¿Dónde? Precisamente en su hogar adoptivo, Nueva York. ¿Por qué? Porque encarnó la búsqueda del sueño americano, ese que los progresistas pretenden desnaturalizar.
No todo es fácil de encontrar en la vida de Farquhar, pero indudablemente fue el espíritu conservador de trabajo duro y determinación personal lo que lo llevó a grandes logros. Sirvió como miembro del Congreso, participando en el corazón de la Unión, justo cuando se libraban batallas decisivas sobre la dirección que la nación debería tomar. Esto es mucha tela para cortar y un gran ejemplo sobre cómo un individuo con dedicación puede dejar una huella duradera.
Primero, no pierdas de vista el origen humilde de Farquhar, que no le impidió soñar en grande. Llegó a Estados Unidos con la ambición a flor de piel y, al poco tiempo, había entrado en el negocio del gas manufacturado. Esa no era una industria para cualquiera, pero él demostró que el ingenio y la capacidad de trabajo tienen un poder ilimitado cuando están bien dirigidos. Imagina, en aquella época, el gas iluminaba calles y hogares, y Farquhar estaba allí para proveer esa luz brillante que convirtiera la penumbra en claridad.
A mediados del Siglo XIX, a través de su capacidad empresarial, se convirtió en un individuo influyente. Pero, ¿se conformó con el éxito material? ¡Para nada! Fue elegido para el Congreso de los Estados Unidos en 1884, representando una plataforma que promovía valores, familia, y trabajo. No destruyamos la historia: defendió incansablemente los derechos de propiedad y del comercio libre, principios que impulsaron la economía estadounidense convirtiéndola en un faro de oportunidades.
Farquhar entendió que el gobierno debe ser un guardián, no un invasor. Fortaleció políticas que limitaban la intervención estatal, un enfoque sensato en tiempos en los que algunos buscaban abrazar el proteccionismo excesivo. Defendió proyectos que mejorarían las infraestructuras sin obliterar los bolsillos del contribuyente. Nos enseñó, con su liderazgo, cómo manejar un presupuesto con pragmatismo sin perder la compostura. La pregunta es, ¿sus ideas provocarían el mismo eco en nuestros tiempos saturados de excesos fiscales?
Ahora, pasemos a un elemento crucial de su legado: el proteccionismo tarifario. ¡En la cara de quienes se niegan a aceptar las lecciones de la historia! Farquhar promovió la Ley de Tarifas McKinley, una de las tarifas más extremas de la era, diseñada justamente para fortalecer las economías locales al tiempo que favorecía a los productores internos. Esto ayudó a la expansión y desarrollo industrial de su tiempo, lo que muchos prefieren ignorar para imponer sus propias narrativas económicas.
Para no olvidar, Farquhar también encarnó el conservadurismo en lo que se refiere al poder militar. Era esencial fortalecer las fuerzas armadas para garantizar la seguridad nacional, una idea que sigue provocando polémica. En lugar de dejar una nación vulnerable, su política fomentaba una seguridad robusta, imitando esa filosófica que asegura la paz a través de la fuerza. Algo que nuestros amigos liberales podrían aprender.
Las raíces de Farquhar en la política no solo se limitaron a cuestionar la intervención estatal y promover el libre comercio. También desafió estructuras corporativas ineficaces que absorbían a los consumidores. Se puso de parte de lo justo, pero siempre en busca del equilibrio entre la regulación necesaria y la libertad económica.
El impacto de John McCreath Farquhar no debe quedar relegado al olvido. Fue una figura del progreso, un defensor del sueño americano. Pero más importante aún, fue un líder que demostró que la paciencia y el trabajo fuerte prevalecen sobre las retóricas vacías. Mientras otros tal vez no entiendan los valores conservadores que tanto enfrentó, queda claro que su legado sirve de brújula para navegar por aguas políticas turbulentas. En definitiva, John McCreath Farquhar no solo vivió en su tiempo, sino que lo reinventó.