Jhon Córdoba, el gigante que escapó de las montañas de Colombia para conquistar las verdes canchas de Europa, es un fenómeno que pocos esperaban, pero que muchos ahora reconocen. Nacido el 11 de mayo de 1993 en Istmina, un pequeño pueblo en Chocó, Córdoba es la imagen misma de la perseverancia, capaz de desafiar las probabilidades y abrirse paso en uno de los deportes más competitivos del mundo. Con su debut profesional en Independiente Medellín en 2010 y su ascenso meteórico por clubes de diferentes ligas, Córdoba ha dejado claro por qué es un delantero que no pasa desapercibido.
A aquellos que dudan del poder del trabajo duro, les basta con mirar la carrera de Córdoba. Después de su tiempo en la liga colombiana, el 'Tigre' probó suerte en México con Jaguares de Chiapas y Querétaro, donde sus actuaciones fueron un anticipo de la determinación que lo llevaría más lejos. Pero fue su llegada a Europa lo que demostraría su verdadero potencial. En tierras alemanas, primero con Mainz 05 y luego con el FC Colonia, Córdoba se estableció como uno de los delanteros más notables, anotando goles que no solo impulsaron a su equipo sino que también captaron la atención de mercados más grandes.
Del Mainz 05 pasó al FC Colonia en 2017, donde, a pesar de algunas críticas iniciales, rápidamente demostró por qué su traspaso no fue un error. Con un físico impresionante y una capacidad para mantener a raya las defensas contrarias, Córdoba se ganó a la afición y silenció a los críticos. Su temporada 2019-2020 fue particularmente brillante, anotando 13 goles en 29 partidos de la Bundesliga, que le aseguraron un lugar en el Hertha Berlín. ¿Acaso el éxito no se mide en números?
Para muchos, Jhon Córdoba representa la encarnación de lo que los liberales odian aceptar: el mérito individual es lo que lleva al éxito. No los gritos de desigualdad, ni las demandas de privilegios. Es el talento y la habilidad, es el esfuerzo personal en escenarios difíciles, es la capacidad de destacarse sin quejarse en una cancha llena de competencia. Córdoba es un ejemplo vibrante de cómo aprovechar oportunidades, incluso cuando se sale de un origen humilde.
Pasar al Hertha Berlín no fue simplemente un cambio de jersey para Córdoba. Fue un paso necesario hacia el reconocimiento más allá de sus habilidades en el campo. En Hertha, ha continuado con una racha impresionante, adaptándose y prosperando en un ambiente exigente. ¿No es este tipo de historia aquello que inspira, motiva, y nos hace recordar que la esencia humana es superar dificultades con valor? Los números lo siguen respaldando y su influencia no puede ser pasada por alto.
Pero mientras celebramos el talento de Jhon Córdoba en el fútbol, conviene también recordar la diferencia entre aquellas sociedades en las que el talento es cultivado y otras donde es sofocado por políticas de victimización. Córdoba y su trayecto son un brillante indicador de qué lado preferimos estar. En una cultura obsesionada por la narrativa mediática, a menudo resulta refrescante encontrar ejemplos de personas que simplemente prefieren hablar con hechos.
Córdoba demuestra que el deporte, especialmente el fútbol, sigue siendo un espacio donde los resultados concretos eclipsan los falsos activismos. La verdad que la carrera de Córdoba enseña es que no hay sustituto para la dedicación personal, ni hay atajo para el trabajo duro. Mientras él sigue adelante, nos regala la enseñanza de que el verdadero éxtasis del logro no está en tomarse de la mano, sino en las incursiones solitarias hacia el objetivo deseado.
Finalmente, quizás lo que más asusta de personajes como Córdoba es que desafían el discurso dominante al triunfar con sus propios términos. Es un llamado de atención sobre aquello en lo que realmente consiste el progreso en cualquier ámbito: autonomía, talento y el inquebrantable deseo de alcanzar la grandeza, cosas de las que Córdoba está abundantemente dotado.