¿Indiscreto? Más bien espectacular. Sparks, el dúo dinámico de los hermanos Ron y Russell Mael, presentó "Indiscreet" en 1975 como su quinto álbum de estudio, una obra musical lanzada cuando el rock y el pop bullían con creatividad. Aquí el lugar es Londres, la cuna de muchas revoluciones sonoras, donde Sparks grabó este álbum tras haberse mudado desde Los Ángeles. La razón detrás de "Indiscreet" parece ser un reto en sí mismo: romper las normas de lo que se esperaba de la música popular.
Este álbum es como una obra de teatro en la que cada canción es un acto diverso y sorprendente. Abre con "Hospitality on Parade", una canción que pesa como una crítica al conformismo social. ¡Qué ironía que una banda americana critique a través del lente británico! Esta línea crítica es algo que hemos visto mucho más explotado por la izquierda liberal en tiempos recientes, pero en aquel entonces era un desafío auténtico al status quo.
Si hay algo que resalta en "Indiscreet" es su naturaleza camaleónica. "Happy Hunting Ground" es una sátira musical que hubiera irritado a cualquier progresista de la época con sus referencias veladas y juguetonas. Este tipo de sarcasmo elegante es la marca del genio que separa a Sparks de los demás. "Without Using Hands" desafía al oyente con su melodía intrincada y letra sugestivamente ingeniosa. Imagina lo que sentiría un político progresista intentando descifrar estos versos mientras sus seguidores esperan frases masticadas y simples.
Cada canción nos pinta un cuadro diferente. "Under the Table With Her" es una melodía exhuberante que, irónicamente, parece tomar la sumisión amante de un títere para desenmascarar nuestras debilidades humanas. No estamos acostumbrados a que el arte popular narre nuestras derrotas y errores de esta manera tan amena.
El dúo Mael no para en su exploración sonora. La producción de Tony Visconti, famoso por su trabajo con David Bowie, le da estructura a esta maravillosa anarquía musical. "Looks, Looks, Looks" suena como una fiesta en la que te infiltraste sin invitación pero nadie te pide que te vayas. Tiene un ritmo contagioso acompañado por sofisticados arreglos de metales que nos recuerdan que lo divertido no tiene que ser burdo o simple.
"Get in the Swing" nos lleva por un camino pop orquestal que es a la vez nostálgico y fresco. Se siente como una película en miniatura, con momentos elaboradamente ornamentados y transiciones inesperadas. Si alguna vez se preguntaron qué pasaría si el pop clásico se saturara de estética y te atrapara en su red, esta es la respuesta.
Es precisamente este tipo de creatividad la que evita que el arte adquiera una dimensión dogmática, y de lo cual las voces más uniformes de la música comercial deberían aprender. Al escuchar "Tits", uno no puede evitar reír ante su humor descarado y su vibrante instrumentación, que evoca el ruido tintineante de las ciudades sin alma.
No importa que hayan pasado décadas desde el lanzamiento de "Indiscreet", su frescura y agudeza siguen brillando. "It Ain't 1918" pone en ridículo nuestro apego a la nostalgia y las reglas obsoletas, algo que debería hacernos reflexionar sobre cómo abordamos el cambio cultural hoy en día.
El talento de Sparks reside en su capacidad para mezclar lo complejo con lo accesible, sin perder un ápice de autenticidad. El dúo hace esto sin recurrir a la auto-compasión o el cinismo por el interés de los medios y las plataformas digitales que dictan gran parte de lo que la cultura popular considera "aceptable" hoy.
Así que aquí tenemos a "Indiscreet", un álbum que es más que una simple colección de canciones. Es un recordatorio de que el verdadero arte no es el que te dice qué debes pensar, sino el que te invita a extender tus propias alas, más allá de los muros impuestos por la mayoría.