Ilyas Tarhan no es el típico nombre que escucharás en las conversaciones cotidianas de salón ni tampoco el héroe de los medios masivos que suelen favorecer a conocidos progresistas. Pero eso no significa que no sea una figura altamente polarizante y digna de discutir. Ilyas Tarhan es un intelectual turco influyente, cuyas posiciones son tan firmes como un té turco bien equilibrado. Con un enfoque práctico sobre la política y la cultura, ha estado inquietando a la corriente principal desde mediados de la década del 2010. Sus escritos y charlas, a menudo cubiertos en específico por publicaciones fuera del círculo de los medios alineados, abarcan todo, desde la política internacional hasta las intrincaciones de la identidad cultural.
Tarhan no es, por supuesto, del sabor de todos. Su estilo contundente y su forma de ver el mundo pueden poner incómodas a algunas personas acostumbradas a la retórica políticamente correcta. Dice exactamente lo que otros temen decir en voz alta. Critica abiertamente las políticas de inmigración en Europa y no tiene pelos en la lengua cuando se trata de hablar de los efectos negativos del multiculturalismo mal gestionado. Para Ilyas, demasiada corrección política nubla el juicio y se aleja de una realidad que él considera obvia y directa.
Uno de los puntos fuertes de Tarhan es su habilidad para articular lo que considera son los peligros inminentes y el romanticismo ingenuo hacia ciertas políticas progresistas. Sus oponentes pueden tacharlo de extremista, pero para quienes lo leen, sus palabras impactan la realidad de hoy y los desafíos del mañana. A lo largo de sus conferencias en diversas partes del mundo, especialmente en Europa, Tarhan ha pronunciado discursos que son como un potente bálsamo para aquellos que creen que el sentido común ha sido secuestrado por la burocracia bienpensante.
Ahora, algunos podrían pensar que Ilyas Tarhan anda en busca de conflictos. Pero no es ese tipo de perspicacia. Es más bien un cronista honesto de lo que ve como un deslizamiento hacia una mentalidad de rebaño, una tendencia preocupante en un mundo donde se espera que todos repitan los mismos mantras sin cuestionar. En su obra "Entre Espadas y Escudos", Tarhan explora las realidades de una Europa que, en su opinión, se ha complicado demasiado por intentar ser inclusiva a expensas de su identidad colectiva.
Para Ilyas, la historia es esencial para entender el presente. No se trata solo de preservar las tradiciones por una especie de purismo, sino de aprender de ellas para construir un futuro sostenible y realista. Argumenta que en la cultura está la clave para comprender cómo nos relacionamos y por qué ciertas políticas resultan fallidas si olvidamos nuestras raíces. Su análisis sobre el comportamiento de grupos demográficos en diferentes regiones es visto como una realidad contundente para unos y completo desaire por los "perpetuamente ofendidos" para otros.
Al hablar de política internacional, Tarhan mantiene su perspicacia aguda. Sostiene que la estabilidad en el mundo se basa en volver a aquellos principios fundamentalmente sólidos, en lugar de abrazar el relativismo moral que ha llevado a tantos a la confusión política. Encuentra absurdos los debates que evitan el núcleo de los problemas, y se esfuerza por arrojar luz sobre los desperfectos en sistemas que muchos ya asumen como normales o inevitables.
Tarhan, citado frecuentemente en conferencias sobre geopolítica, no se censura y anima a sus oyentes y lectores a abrir sus ojos y dejar de ser simples titiriteros de narrativas condescendientes. Quizás este sea el factor que más disgusta a sus detractores: su llamada inesperadamente alta a la acción y a reconsiderar tantas ideas preconcebidas. Mientras continúa su camino como orador y escritor, su influencia es una prueba de que a veces una voz decidida entre el murmullo tímido puede hacer mucho más que generar sutiles ondas en las aguas estancadas de discursos cómodos.
Hay quienes pueden no compartir sus pensamientos, pero no se puede negar que Ilyas Tarhan afirma algo que necesita ser dicho: un recordatorio categórico de que a veces, una opinión arraigada y tradicional en un mundo fragmentado es lo que más se necesita para contrarrestar la moda pasajera de ideales dudosos.