El Golpe Duro de la Realidad
En un mundo donde la lógica parece haber sido arrojada por la ventana, el 2023 nos ha traído un espectáculo digno de una película de ciencia ficción. En Estados Unidos, la administración actual ha decidido que la inflación galopante, el aumento de la delincuencia y la crisis en la frontera sur son problemas menores comparados con la urgente necesidad de cambiar el nombre de los equipos deportivos y derribar estatuas. ¿Dónde está la lógica? Mientras tanto, en las ciudades más progresistas, como San Francisco y Nueva York, la gente se pregunta por qué sus calles están llenas de tiendas cerradas y personas sin hogar. La respuesta es simple: las políticas que se han implementado no funcionan.
El primer golpe duro es la economía. La inflación está fuera de control, y no es un secreto que el costo de vida ha aumentado drásticamente. Sin embargo, en lugar de abordar este problema de frente, se nos dice que la inflación es "transitoria". ¿Transitoria? Dile eso a las familias que luchan por pagar la gasolina y los comestibles. La administración actual parece más interesada en imprimir dinero que en encontrar soluciones reales. Y mientras tanto, los impuestos siguen subiendo, porque, claro, alguien tiene que pagar por todos esos programas de "bienestar social".
El segundo golpe es la seguridad. Las ciudades que alguna vez fueron joyas de la corona estadounidense ahora son campos de batalla. La delincuencia está en aumento, y las políticas de "desfinanciar a la policía" han dejado a los ciudadanos comunes a merced de los criminales. Pero, por supuesto, la culpa es de la sociedad, no de los individuos que cometen los crímenes. En lugar de fortalecer las fuerzas del orden, se nos dice que debemos ser más comprensivos con los delincuentes. ¿En serio?
El tercer golpe es la educación. Las escuelas se han convertido en campos de adoctrinamiento donde se enseña a los niños a odiar su propio país. En lugar de aprender matemáticas, ciencias e historia, se les enseña que todo lo que está mal en el mundo es culpa de su nación. Y mientras tanto, el rendimiento académico sigue cayendo en picada. Pero, claro, la solución es más dinero para el sistema educativo, no una reforma real.
El cuarto golpe es la libertad de expresión. En un país que se enorgullece de su libertad, ahora vivimos en una era donde decir lo que piensas puede costarte tu trabajo o tu reputación. Las grandes tecnológicas controlan lo que puedes y no puedes decir, y si te atreves a desafiar la narrativa dominante, prepárate para ser cancelado. La censura está viva y coleando, y parece que a nadie le importa.
El quinto golpe es la política exterior. Mientras el mundo arde, la administración actual parece más preocupada por las conferencias sobre el cambio climático que por las amenazas reales. Países como China y Rusia se están fortaleciendo, mientras que Estados Unidos parece más débil que nunca. Pero, claro, lo importante es que todos usemos pajitas de papel.
El sexto golpe es la cultura de la cancelación. Vivimos en una época donde una sola palabra mal dicha puede destruir una carrera. La gente tiene miedo de hablar, de hacer chistes, de ser ellos mismos. La libertad de expresión ha sido reemplazada por una cultura de miedo, y eso no es lo que debería ser América.
El séptimo golpe es la inmigración. La frontera sur es un desastre, y en lugar de tomar medidas para asegurarla, se nos dice que debemos ser más acogedores. Mientras tanto, los recursos se agotan y las comunidades locales sufren. Pero, claro, señalar esto es ser insensible.
El octavo golpe es la energía. En lugar de aprovechar los recursos naturales que tiene el país, se nos dice que debemos depender de fuentes de energía poco fiables. Los precios de la energía están por las nubes, y la gente común es la que paga el precio.
El noveno golpe es la salud. En lugar de centrarse en mejorar el sistema de salud, se nos dice que la solución es más burocracia. Las listas de espera son interminables, y la calidad de la atención sigue disminuyendo.
El décimo golpe es la identidad nacional. En lugar de unirnos como país, se nos dice que debemos centrarnos en nuestras diferencias. La división está en su punto más alto, y parece que a nadie le importa.
Es hora de despertar y enfrentar la realidad. Las políticas actuales no están funcionando, y es hora de un cambio real.