Si creías que ya habías visto todo sobre nuevas corrientes en el mundo del lenguaje, prepárate porque te falta conocer las 'Gentelles'. Este término se refiere a un intento de la cultura modernista por instaurar un lenguaje más 'neutral' en cuestiones de género. Empezó a ganar terreno hace unos pocos años, principalmente en entornos urbanos y académicos, donde algunos deciden cambiar el 'todos' por 'todes' o el 'ellos' por 'elles'. Así, el propósito de las 'Gentelles' es el de buscar una mayor inclusión de identidades no binarias en la lengua.
La creatividad sin límites de nuestras élites progresistas está detrás de cada experimento lingüístico. Para ellos, tanto da si el lenguaje español, hermoso y estructurado, se tambalea bajo el peso de los nuevos acrónimos como 'lxs' o 'chic@s'. Los hispanohablantes llevan siglos utilizando la lengua de una manera que promueve claridad y comprensión. Parece que desean apartarse de estas tradiciones claras. Así, los nuevos términos, como las 'Gentelles', se cuelan en el día a día, muchas veces sin aprobación popular.
Ahora bien, algunas personas creen que el género en el lenguaje es un problema que necesita ser arreglado. Sin embargo, no es ni de cerca una preocupación urgente para la mayoría de la población. Las prioridades para la mayoría de las personas incluyen cosas simples como trabajar, criar a sus hijos, pagar facturas, y por supuesto, disfrutar de la vida. Pero eso no detiene a aquellos que sienten que nuestras emociones deben estar atadas a los pronombres correctos.
Estas modas lingüísticas reflejan un deseo de sobresalir, de significar algo al tener una opinión ‘original’. Pero no nos engañemos, la necesidad real de este nuevo lenguaje está dirigida a satisfacer sectores muy específicos y no necesariamente representa a todo el mundo. Aunque la intención supuestamente es no ofender a nadie más allá de nuestro entendimiento cotidiano del idioma español.
El principal argumento de las 'Gentelles' es la inclusión. Incluyen aquellos grupos que, según se argumenta, han sido históricamente marginados o simplemente ignorados en el lenguaje. A primera vista, suena admirable. Pero lograr eso a costa de complicar innecesariamente el lenguaje es una estrategia que pocos están dispuestos a aceptar.
Ahora, si haces una encuesta al ciudadano común sobre si quiere imponer 'Gentelles' en su lenguaje cotidiano, lo más probable es que no sea entusiasta. Sí, algunas personas en la academia, los medios y los círculos artísticos lo encuentran innovador, pero los demás estamos más interesados en comunicarnos de manera eficiente.
En las aulas, a menudo se les enseña a los jóvenes que el cambio es lo que importa. Pero no todos los cambios son igual de enfocados y prácticos. Para cualquiera que busque progresar en su carrera o vida personal, dominar una lengua es crucial, no hacer malabares con caprichosas alteraciones lingüísticas.
A los tradicionalistas, nos resulta confuso y francamente ineficaz. Al final, el lenguaje es una herramienta para conectar, entendernos mutuamente y mantener la cohesión social. Si realmente queremos lograr estos objetivos, ¡desviarse por un camino lingüístico singular no parece ser la mejor idea!
Otro punto es que las 'Gentelles' están creando una barrera extra para aquellos que simplemente quieren aprender español tal como lo conocemos. La academia y los puristas del lenguaje en el mismísimo Instituto Cervantes tendrían mucho que decir sobre esto, y lo cierto es que han sido históricamente defensores de mantener el lenguaje intacto.
No olvidemos que, mientras algunos están inmersos en fusiones verbales y pronombres fluidos, en todo el mundo hispanohablante hay cosas más fundamentales en juego. Al final, la 'Gentelle' se trata de una elección personal, y como todas estas, debe verse con escepticismo y análisis crítico.
Queramos o no, las 'Gentelles' son parte de nuestra realidad actual. Tal vez, como toda moda pasajera, se disuelva en el tiempo, o allá quienes prefieran vestirse con el último grito de la moda lingüística. Lo que sí es innegable es que esta tendencia nos muestra lo lejos que pueden llegar algunos para expresar sus luchas ideológicas. Por ahora, para aquellos que prefieren mantener viva la riqueza auténtica del español, esta moda será vista como un excentricismo más que una revolución real.