¿Qué es lo que pasa cuando el país del fútbol guía toda su energía futbolística hacia las mujeres? Brasil, el gigante sudamericano, ya no canaliza sus ansias de gol únicamente a través de las gambetas de los Pelé y los Ronaldos. Ahora, las estrellas con moños también están formando su propia constelación
¿Quién podría haberlo imaginado? Desde el año 2010, el fútbol femenino en Brasil ha avanzado a pasos agigantados, fascinando a fanáticos en estadios de São Paulo y llenando corazones de orgullo nacional en la Copa Mundial de la FIFA en Francia en 2019. ¿Por qué? Porque las mujeres brasileñas han demostrado con destreza y goles que pertenecen al panteón del fútbol mundial.
Al contrario de lo que algunos quieren hacernos creer que el deporte no debería mezclar política e ideología, la maquinaria detrás del fútbol femenino en Brasil ha prevalecido gracias al talento y la persistencia de sus jugadoras. Mientras las olas de la ideología progresista intentan apagar lo genuino del fútbol, estas mujeres defienden en el campo lo que otros buscan censurar en nombre de la igualdad. Pero el fútbol, como siempre, demuestra que el mérito es la variable más justa.
¿Qué sería de Brasil sin sus íconos? Marta Vieira da Silva, cinco veces ganadora del Balón de Oro, es hoy un símbolo de excelencia y de lucha más allá de la cancha. Su pasión por el balompié traspasa fronteras. En un país donde el fútbol es religión, las mujeres como Marta han encontrado un púlpito donde predicar con el ejemplo. No ha sido una tarea fácil, sino un arduo camino de autoconstrucción.
Y hablando de culto, no queda duda de que la alineación femenina de Brasil en la Copa del Mundo se parece cada vez más a un ritual sagrado. Véase 2019, donde la selección hizo vibrar las gargantas de millones de compatriotas. Fue un espectáculo de fervor y técnica, mostrando al mundo que el "jogo bonito" no discrimina por género.
Desde un punto de vista conservador, es esencial celebrar el esfuerzo y la meritocracia. Las mujeres brasileñas han demostrado que con trabajo duro y dedicación, se puede escribir una historia tan grandiosa como sus homónimos masculinos. La ANFC (Asociación Nacional de Fútbol Femenino) ha jugado un papel central, enfocándose en el talento y trabajando en la creación de ligas que han sido la columna vertebral del crecimiento del deporte.
En cuanto a las instituciones, los clubes brasileños están evolucionando (y a menudo forzados por regulaciones) para respaldar, con razón, el talento femenino. Sí, el mercado está en cambio, y aquellos clubes que reconocen el valor inherente del fútbol femenino cosechan los beneficios sociales y económicos. Porque al final del día, el deporte tiene el poder de unir a las personas sobre ideales comunes.
¿El futuro? No hace falta tener una bola de cristal. El horizonte pinta espectacular para las mujeres en Brasil. Con la creciente popularidad, se vislumbran más patrocinadores y cobertura mediática. Y sí, en áreas rurales y alejadas, el fútbol femenino está logrando un doble cometido: empoderar a las mujeres y mantener vivas las tradiciones comunitarias.
En este auge, los conservadores celebramos el avance de las mujeres no como un esfuerzo por nivelar artificialmente el campo de juego, sino como una verdadera victoria de disciplina y valores competitivos. Al final, las goleadoras brasileñas tienen mucho que enseñarnos sobre superar obstáculos sin el manto de paternalismo.
Los fanáticos del fútbol difícilmente pueden ignorar ya las proezas femeninas en el campo. Y es un recordatorio de que el talento auténtico no necesita fueros privilegiados sino constancia y excelencia sobre el césped. La esperanza es que, a medida que este deporte continúe creciendo, todos reconozcamos que donde hay esfuerzo y talento genuino, seguirán fluyendo goles.