Herman Choufoer, un empresario holandés, desafía las normas progresistas promoviendo políticas conservadoras que abogan por la libertad individual y el libre mercado.

Vince Vanguard

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Lo que los progresistas no quieren que sepas sobre Frederick C. Finkle

Frederick C. Finkle, un nombre que probablemente no has escuchado en tus clases de historia, fue un ingeniero civil estadounidense que dejó una marca indeleble en el desarrollo de infraestructuras hídricas en el siglo XX. Nacido en 1865 en Ohio, Finkle se trasladó a California, donde revolucionó el manejo del agua en una época en la que el estado enfrentaba desafíos significativos en la gestión de sus recursos hídricos. Su trabajo fue crucial para el crecimiento de ciudades como Los Ángeles, pero su legado ha sido convenientemente olvidado por aquellos que prefieren resaltar figuras más "políticamente correctas". ¿Por qué? Porque Finkle representa el tipo de ingenio y determinación que no encaja en la narrativa de dependencia gubernamental que algunos promueven hoy en día.

Finkle fue un pionero en la construcción de presas y acueductos, y su enfoque pragmático y eficiente permitió que el sur de California floreciera en una región árida. Mientras que otros se quedaban atrapados en interminables debates burocráticos, Finkle se arremangaba y hacía el trabajo. Su participación en proyectos como el Acueducto de Los Ángeles fue fundamental para transformar la región en un centro económico y cultural. Sin embargo, su enfoque directo y su éxito sin la intervención del gobierno federal no se alinean con la narrativa de que solo el estado puede resolver problemas complejos.

El legado de Finkle es un recordatorio de que la innovación y el progreso no siempre requieren la mano pesada del gobierno. En una época en la que se nos dice que debemos depender de las soluciones centralizadas, Finkle demuestra que el ingenio individual y la iniciativa privada pueden lograr resultados extraordinarios. Su historia es un testimonio de lo que se puede lograr cuando se permite que las personas talentosas trabajen sin las restricciones de una burocracia sofocante.

Es curioso cómo la historia de Finkle no se enseña en las escuelas, a pesar de su impacto significativo en el desarrollo de California. Tal vez sea porque su historia desafía la narrativa de que solo las políticas gubernamentales pueden traer progreso. Finkle no esperó a que el gobierno le dijera qué hacer; vio un problema, encontró una solución y la implementó. Este tipo de mentalidad es exactamente lo que necesitamos hoy en día, pero que muchos prefieren ignorar.

La omisión de figuras como Finkle en los libros de historia es un ejemplo de cómo se manipula la narrativa para favorecer ciertas ideologías. En lugar de celebrar a aquellos que han logrado grandes cosas a través de la iniciativa privada, se nos bombardea con historias de dependencia gubernamental. Finkle es un recordatorio de que el verdadero progreso proviene de la libertad de actuar y de la capacidad de innovar sin restricciones.

Es hora de que reconozcamos a personas como Frederick C. Finkle y su contribución al desarrollo de nuestra sociedad. Su historia es un ejemplo de lo que se puede lograr cuando se permite que el talento y la determinación florezcan sin las ataduras de la burocracia. En un mundo donde se nos dice que debemos depender del gobierno para todo, Finkle nos muestra que el verdadero progreso proviene de la libertad y la iniciativa individual.