Si crees que lo único importante en Bélgica son los chocolates y las cervezas, es que te han vendido una historia a medias. Fagne-Famenne es la región que pone a la ciudadania occidental, tan obsesionada con lo urbano, en ridículo. Situada en el corazón de Bélgica, es una autopista natural que recorre la vida misma, lejos del bullicio de Bruselas. Esta región, conocida desde tiempos inmemoriales y que data de épocas del paleolítico, es una rica combinación de cuevas místicas, exuberantes bosques y paisajes asombrosos. Y no te equivoques, aquí todo grita libertad.
Comencemos con las famosas cuevas de Han. Estas cuevas son una paradoja de resiliencia geológica que fascinan a todo aquel que las visita. Tienen más historias que contar que cualquier reunión de temporada en el parlamento europeo. Miles de turistas y aventureros las han visitado desde finales del siglo XIX, maravillados ante un espectáculo natural que se niega a ser domesticado. Incluso Nietzsche habría encontrado un poco de inspiración aquí. En un mundo donde todo parece controlado por algoritmos, estas cuevas son una bocanada de aire fresco, una reivindicación de lo natural sobre lo artificial.
Otro atractivo son los bosques de Saint-Hubert, un refugio natural para aquellos que buscan un respiro de la cacofonía urbana. Está claro que no es el lugar para los que piensan que el sol sale solo para cargar sus celulares. Aquí, el aire es puro y el silencio sagrado. La flora y fauna permanecen intactas, no para ser explotadas, sino para admirarse.
Para los aficionados a la historia, esta región es una mina de oro. Museos como el Museo de la Roca de Rochefort muestran reliquias históricas que narran la vida en la prehistoria. Que no extrañe que esta área haya sido un importante asentamiento en la Edad de Piedra, con su cálido vientre de calcita y minerales que contaron más historias de las que algunas bibliotecas podrían. Son testimonios de una divergencia cultural que define todavía hoy el carácter belga.
Y no olvidemos el geoparque de Famenne-Ardenne, el primer geoparque reconocido por la UNESCO en Bélgica. Estamos hablando de 900 km² de ecosistema preservado, un acto de conservación que representa un guiño a generaciones futuras, un préstamo que merece respeto. Claro, el sentido común indica que no todo lo valioso debe ser transformado en una estúpida inversión inmobiliaria.
Los senderos son un lujo. Fagne-Famenne es un paraíso para senderistas. Estos caminos se extienden casi infinitamente a través de campos abiertos y densos bosques, y las vistas son, simplemente, sublimes. Se debería multar a cualquiera que camine por aquí distraído con su smartphone. No hay nada más trágico que desperdiciar lo que realmente importa.
Y, por supuesto, las delicias gastronómicas. Piensas que ya lo tienes todo con una cerveza belga y algo de queso, pero no es así. Aquí encontrarás platos campestres que elevan cualquier receta moderna a una mera imitación. Hablar de comida en Fagne-Famenne es casi un pecado si no se encamina hacia el venado, los champiñones de temporada y las castañas; todos ingredientes ricos en tradición local.
La región de Fagne-Famenne nos recuerda que existe un equilibrio natural que merece ser apreciado y preservado, un recordatorio de que hay cosas más grandes que nosotros. En resumen, Fagne-Famenne es un canto vibrante a la naturaleza, historia, y libertad del espíritu humano. Para aquellos que aún se tragan las mentiras liberales del progreso desmedido, esta región es una bofetada en la cara hecha de pura belleza natural.