¿Qué pasa cuando un antiguo rito cristiano resurge victorioso en medio de modernas controversias? El "Exsultet" es precisamente ese canto triunfal, que desde épocas remotas anuncia la pascua de la resurrección durante la vigilia pascual. ¿Quiénes? Los cristianos católicos de todo el mundo. ¿Cuándo? Durante la gran noche de Pascua. ¿Dónde? En iglesias de todo el planeta. ¿Por qué? Porque exalta el triunfo de la vida sobre la muerte, un mensaje fundamental y provocativo en un mundo que parece a menudo haber perdido su rumbo. No, no se trata solo de notas y melodías; es una auténtica declaración de fe que sigue inspirando a millones, aunque incomoda a algunos.
Vamos, aceptémoslo. En un mundo donde rendirse a modas efímeras es casi ley, el "Exsultet" desafía al status quo. Sus raíces se hunden en un pasado donde la fe dirigía la vida cotidiana, y su esencia recuerda a todos que hay valores que no cambian con el viento. Es esto lo que a muchas almas hedonistas del presente no les gusta. Empezar la Vigilia Pascual con este canto litúrgico señala una lealtad a tradiciones eternas que son más fuertes que las corrientes culturales del momento.
Digamos la verdad incómoda. En nuestra era, repleta de bravuconadas acerca de progresismo, mucho del genuino sentido histórico que impregna el "Exsultet" se ha quedado en sombras. Atribuido a la temprana iglesia romana, se ha mantenido como un tesoro litúrgico por siglos. Alabándolo, cada año, millones de cristianos renuevan una velada histórica que bien podría chocar con alguna agenda moderna, más interesada en lo pasajero que en lo perdurable.
Profundizando más, el texto del "Exsultet" celebra la luz que rescata de la oscuridad. Invoca a los ángeles y santos, invoca a toda la creación. Es un canto de esperanza, una luz brillante para quienes están dispuestos a colocarla en lo alto para que ilumine caminos. En una sociedad saturada por el cinismo, ¿qué más simbólico que resaltar este foco ancestral, que invita a mirar más allá del horizonte terrenal?
¿Cuántos conocen su verdadero valor hoy en día? El "Exsultet" no es simplemente un antiguo cántico, sino una pieza de trascendencia que, cuando resuena, nos recuerda que hay tradiciones que valen más que una simple mención en libros de historia. A pesar de las promesas de un mundo sin fronteras, olvidamos fácilmente cuánto nos enriquecen las herencias del pasado.
La importancia de este canto rebasa cualquier intento superficial de modernización que algunos intentan aplicar al cristianismo. Las liturgias, al igual que las culturas, no deben ser borradas ni reescritas al antojo del momento. Hay que abrazar lo perdurable, conservar lo que nos conecta con la veracidad de nuestra fe y no con las frivolidades del presente.
Lo vemos cada época. Algún dogmático de "mente abierta" intentará desafiar a estos simbolismos. Pero el "Exsultet" no necesita justificarse ante el juicio sesgado de una silla política, y así lo ha demostrado durante siglos. El renacimiento primaveral que celebra se llena de sentido, del recuerdo del continuo ciclo de la vida, contrario al cambio interminable y vacío de significados.
Cuestionemos aquellos que excluyen las prácticas de espiritualidad profunda por no alinearse con sus propias doctrinas contemporáneas. El "Exsultet" sigue siendo inspiración y testimonio de una obra de arte espiritual, que desafía lo efímero porque se afianza en lo eterno. Es inmutable, impresionante en su capacidad de unir a quienes mantienen viva la llama de la tradición espiritual.
¿Por qué entonces dejamos que voces disonantes pongan en duda su relevancia? Necesitamos recordar que el "Exsultet" es el eco perpetuo de una verdad que atraviesa los tiempos. Cantado como himno de alabanza desde la más oscura noche a la luz de la Pascua, nos recuerda el constante renacer de la esperanza. Es aquí donde la tradición y naturaleza humana encuentran su poderoso reflejo.
Demos espacio a voces que desafíen lo superfluo, aquellas que encuentran valor en lo que perdura. El "Exsultet" es una guía, un canto reservado para aquellos que eligen ver la realidad con la sabiduría de siglos pasados. Hay una profundidad en estos cánticos que sigue resonando a pesar de cualquier intento por deslegitimarlo.
Así, aquí estamos, con la certeza de que el verdadero valor de un legado se mide no por su conveniencia momentánea, sino por su capacidad de trascender y unir generaciones. El "Exsultet" no se rinde, no se acomoda. Es la voz poderosa de la tradición, resonando fuerte, firme y provocadora, enseñando que hay cosas en las que merece la pena "exsultar".