¡Bienvenidos a Shakespearelandia! Donde todo lo que creímos saber sobre el célebre William Shakespeare, el dramaturgo más famoso de todos los tiempos, es cuestionado con la misma pasión con la que los liberales cuestionan la realidad. Nos remontamos al siglo XVII en Inglaterra, un tiempo y lugar en los que el teatro era el Netflix de entonces, con Shakespeare como su gran estrella. Pero el misterio no termina ahí: surge la intrigante pregunta de si tal vez, solo tal vez, Shakespeare no escribió todas sus obras. Esta cuestión de la autoría es el enigma que ha inspirado incontables estudios de atribución a lo largo de los siglos. Y claro, desde entonces han salido los conspiradores del teatro, armados con plumas y papel, listos para defender la idea de que tal vez otras manos ayudaron a dar forma a las obras atribuidas a él.
Empecemos por lo obvio: Shakespeare es venerado porque sus obras son maestras. Pero, ¿y si descubrimos que también tenía un equipo de genios que le ayudaron a completar su legado? Después de todo, los archivos históricos de los ayuntamientos ingleses no se escribieron en piedra y hay enormes brechas en la vida del bardo de Stratford-upon-Avon. Algunos teóricos sostienen que es posible que todo sea un truco de magia histórica: Shakespeare es el nombre que hemos elegido dar a un esfuerzo colectivo. ¿Cuántos de nosotros hemos leído 'Hamlet' o 'Macbeth' y nos hemos preguntado si realmente un solo ser humano podría crear tal cantidad de genio? Claro, había 'fakes' incluso en aquel entonces.
Shakespeare no dejó un archivo masivo demostrando su omnipotencia cultural. De hecho, su conocimiento del mundo parecía infinito, lo que lleva a la sospecha de que quizás él no fue el único arquitecto detrás de sus famosas comedias o tragedias. Y aquí es donde entran en escena verdaderos personajes fabulosos como Christopher Marlowe o Edward de Vere, Conde de Oxford. Algunos sostienen que estas lumbreras literarias también podrían haber contribuido a la pluma que firmó 'Romeo y Julieta'.
Las teorías más excavadoras incluyen la participación de múltiples autores para dividir las tareas y crear piezas de una calidad superior a la producción estándar de la época. Sí, una suerte de workshop literario. Los investigadores han promovido métodos modernos, como el análisis estadístico de textos, para estudiar la sintaxis y el vocabulario en las obras de Shakespeare, en comparación con las de sus contemporáneos. Esto ha producido algunas sorpresas inesperadas, demostrando que tal vez el mito del hombre renacentista que lo sabe todo necesita una revisión que parece surgir de alguna universidad hippy.
Si crees que la cultura moderna tiene un problema con las fake news, espera a escuchar la lucha por la verdad sobre Shakespeare. La controversia de su autoría es como un retablo de marionetas que se mueve según el viento de las evidencias. Cada vez que aparece un nuevo descubrimiento, cambia el escenario histórico del dramaturgo. Para los más románticos, seguirán defendiendo la idea de que Shakespeare es inviolable, mientras que los partidarios más críticos prefieren creer que es otra falsificación literaria.
Independientemente de qué idea te atraiga más, es fascinante pensar en las peculiares formas en que la verdad histórica puede doblarse. Los estudios de atribución de Shakespeare no solo nos invitan a mirar hacia el pasado con agudeza, sino que también nos ofrecen la oportunidad de examinar nuestra propia percepción de la verdad literaria. Y aunque los liberales prefieren abrir debates existen listas de clásicos que pocos se atreven a discutir. En cada línea escrita, podría ocultarse una historia más profunda, mostrando lo importante que es poder discernir entre el mito y la historia.
Y así, mientras el misterio de Shakespeare persiste, los estudios de atribución continúan cautivando nuestros corazones. Feliz es la mente que sigue explorando, cuestionando y desafiando las supuestas certezas, recordándonos que lo que una vez fue considerado verdad inmutable, siempre puede ser objeto de debate.