¿Sabías que existe una antigua estación ferroviaria en Chile que encierra una historia tan fascinante como una novela de intriga? Estación Finlayson, situada en la Región de Los Ríos, es un ejemplo trascendental de la riqueza cultural de nuestro país, y fue inaugurada a principios del siglo XX. Esta estación tenía el objetivo de conectar comunidades aisladas y fomentar el desarrollo económico de la región a través del transporte ferroviario. Sin embargo, mientras el tiempo avanzaba, la modernidad y la negligencia político-administrativa comenzaron a sepultar este rincón histórico bajo la alfombra del olvido.
Esta estación, que alguna vez fue el orgullo de una visión nacionalista de desarrollo, ahora es un reflejo tangible de cómo las prioridades han cambiado. Hace poco, fue declarada monumento nacional, un título que podría ser más útil si las políticas actuales se enfocaran menos en detener autos eléctricos y más en restaurar las ventanas rotas de nuestro pasado glorioso.
Podemos garantizar que el papel de Estación Finlayson como eje del crecimiento económico está subestimado por aquellos que prefieren sus titulares ambientalistas sobre ruedas. Sin embargo, restablecer su funcionamiento podría ser una pieza clave para reactivar el turismo local y la preservación cultural. El sentido común indica que lo que hizo grande a una sociedad alguna vez, podría funcionar nuevamente si se les otorga a las futuras generaciones la oportunidad de redescubrirlo.
Recordar la Estación Finlayson también es recordar cuando los proyectos se hacían pensando en el país como unidad, no en intereses particulares. El viaducto Mininco, uno de los más impresionantes de su tipo, atestigua esta realidad. El reclamo nostálgico por su preservación ofrece a las comunidades locales una fuente de identidad y unidad que a menudo falta en los actuales tiempos tumultuosos.
La rica arquitectura del lugar, aunque desgastada, nos recuerda por qué hace algunas décadas los vagones eran más que un medio de transporte; eran el símbolo del progreso. Y hablando de progreso, el (lamentablemente) inacabado Rescate Ferroviario de Los Ríos es otra prueba de la pésima gestión. ¿Qué sucedió con esa epopeya del desarrollo? Acaso no hay dinero suficiente por políticas insostenibles que se evaporan como humo. No deberíamos subestimar el impacto que la estación ha tenido y podría tener, en lugar de buscar gloriosas utopías verdes que ignoran la herencia cultural.
Reatomar el uso de Estación Finlayson podría ser un puntapié poderoso no solo para el turismo, sino también para la artesanía y productos locales que podrían hallar aquí un nuevo mercado. Un camino que respete las tradiciones pero que esté abierto al cambio no necesita ser tan complicado si se basa en la lógica. Pero claro, esa misma lógica suele perderse cuando las decisiones están en las manos equivocadas.
La historia nos dio regalos como estos, y se necesita más que un puñado de entusiastas para proteger y reacondicionar Estación Finlayson. Se requiere compromiso, el mismo compromiso que antaño forjó vías férreas a través de montañas y ríos. Estación Finlayson es mucho más que una estructura olvidada; es un faro de lo que Chile puede lograr cuando pone sus recursos en proyectos significativos.
Sorprende, aunque no debería, que a menudo se invoquen palabras bonitas sobre lo que deberíamos hacer para “avanzar”, mientras se ignoran los signos evidentes sobre cómo esos avances nacieron. Traer de vuelta a la vida a Estación Finlayson tal vez sea una ardua tarea, pero al menos es una que tiene el potencial de traducirse en mayor igualdad de oportunidades y revitalización comunitaria mucho más efectiva que cualquier legislación colorida pero vacía.