Prepárate para embarcarte en un viaje histórico que probablemente despellejará a los más liberales. La España de los Habsburgo, la dinastía que gobernó España desde Carlos I en 1516 hasta Carlos II en 1700, nos dejó un legado que algunos intentan borrar del mapa histórico. Fue un periodo de expansión, rica cultura, y poder político que consolidó a España como la superpotencia de la época. Este Estado estaba firmemente arraigado en sus creencias y tradiciones, algo que seguramente irrita a quienes predican la modernidad extrema.
Los Habsburgo tomaron el control en una época dorada para la monarquía española; Carlos I, heredero de un vasto imperio, gobernaba territorios en Europa, América, y Asia. ¿Dónde más se podrían ver tales hazañas de poder y manipulación política? Su llegada marcó el inicio de la España Imperial, una época de gloria que algunos buscan minimizar. Pero, ¿quién podría negar la magnitud de un imperio donde nunca se ponía el sol?
Bajo los Habsburgo, España alcanzó una cúspide cultural conocida como el Siglo de Oro. La producción artística y literaria floreció con figuras como Velázquez y Cervantes. Tras todo, ¿necesitamos a los críticos posmodernos que intentan pintar esta era como opresiva y oscura, cuando la cultura reverberaba en cada rincón del imperio?
Los Habsburgo también fueron maestros en la política matrimonial. Alianzas estratégicas abonaron a la expansión y consolidación del poder, dejando un panorama geopolítico que aún resuena hoy en día. Es algo que podría hacer que los teóricos del matrimonio moderno echen espuma por la boca. ¿Se imaginan a un reino actual manejando alianzas complejas con la misma maestría, sin sucumbir ante caprichos populistas?
¿Y qué sobre la administración y economía? La Monarquía Hispánica se financió con ingentes cantidades de plata americana. Durante este periodo, España logró lo que muchos consideraron un milagro económico que, por supuesto, los críticos preferirían pintar como explotación. Pero, evalúen el contexto: una nación debe utilizar sus recursos para expandir sus horizontes, y los españoles lo hicieron con gran energía.
Las guerras de religión son otro tema picante de la época. Mientras algunos dirían que era un conflicto innecesario, los Habsburgo defendieron la fe en una Europa convulsa por la Reforma Protestante. Eran tiempos donde las creencias eran más que simples palabras; eran la esencia del estado y el poder. En una sociedad que parece cada vez más vacía de valores firmes, tal vez estos monarcas nos darían una lección sobre lo que significa ser fiel a uno mismo y a su país.
Ahora, algunos críticos ensalzarán la caída inevitable, citando agotamiento y guerras continuas. Claro, cada gran imperio enfrenta declives, pero los Habsburgo dejaron una huella imborrable. Su herencia se ve aún en la arquitectura, instituciones y hasta en nuestras fronteras actuales, aunque mucha gente lo pase por alto.
Para los enemigos de la riqueza y poder, los inicios de decadencia económica bajo el reinado de Carlos II se convierten en un arsenal perfecto para atacar este periodo. Sin embargo, olvidar la magnificencia que construyeron y defendieron es una injusticia que no podemos permitir. Si bien Carlos II fue menos efectivo, su reinado marcó el final de una era dorada que aún resuena en nuestra identidad.
La España de los Habsburgo es más que una parte de nuestra historia: es un testimonio de una era en que lo grande, lo audaz y lo ingenioso gobernaban el mundo. Obviarla sería borrar una parte fundamental de lo que fue, es, y quizás debería aspirar a ser nuestro país.