Cuando uno piensa en entretenimiento, la cabeza vuela hacia Hollywood, Netflix o quizás esos programas que te hacen reír. Pero hoy vamos a atravesar el espejo y hablar del fenómeno "Eso es Entretenimiento Negro" que está dando de qué hablar en ciertos círculos, aunque no lo digan los noticieros principales. ¿Quién lo dice? Los creadores de contenido afrodescendientes que se han cansado de ser relegados al segundo plano. ¿Dónde? En plataformas digitales como YouTube y Spotify donde el cine tradicional pierde control. ¿Cuándo? Desde hace varios años, pero ha cobrado más fuerza reciente por la conexión directa al público que estas plataformas ofrecen. ¿Por qué importa? Porque está redefiniendo las narrativas culturales y rompiendo esos moldes impuestos por industrias establecidas.
Este tipo de entretenimiento es la representación artística de lo que algunos llaman la "experiencia negra no adulterada". ¡Y vaya que resulta provocativo! Pero permíteme advertirte: no esperes comedia ligera o tramas predecibles. Aquí se habla sin tapujos sobre temas como el racismo que otros prefieren barrer bajo la alfombra. Se trata de relatos de vida, narrados por auténticos protagonistas que lo han vivido, manteniendo gestionadas esas historias de perseverancia.
Hablemos de esos héroes cotidianos. ¿Quiénes encabezan este barco de entretenimiento, dices? Piensa en figuras como Issa Rae con su serie ‘Insecure’ o Tyler Perry elaborando mundos que triunfan. Son titanes que se alejaron de las estructuras tradicionales para narrar sus propias historias. Al estilo de David frente a Goliat, han logrado desafiar las normas de cómo deben verse, sentirse y sonar las producciones "aceptables".
Esto no es simplemente un desafío a los clichés. Significa triunfo económico e ideológico para quienes fueron hace tiempo subestimados. Viene a mostrar que no necesitan de la maquinaria de Hollywood para ser exitosos, creando contenido que no solo es accesible, sino que también no se ve atado a las narrativas convencionales de lo que es o no políticamente correcto. Esa misma autenticidad ha resultado ser cautivadora para un público que deseaba tanto algo diferente.
Permitiéndoles mantener el control de su narrativa, este tipo de entretenimiento se vende de manera honesta y abierta. En un mundo donde la autenticidad escasea, este atractivo no tiene rival. No está filtrado por la lente de los ejecutivos que sólo ven cifras y marketing. No hay necesidad de embellecer flaquezas ni convertir en caricaturas las historias. Hay historias de tramas sociales, dramas sinceros, y emociones sin reservas. Es casi como si miraras la vida real, donde no siempre hay finales dignos de cuentos de hadas, pero sí siempre lecciones verdaderas.
A algunos esto puede parecer una amenaza. Para esos sectores, el poderío cada vez más visible de estos creadores no solo desafía normas, sino que pone en tela de juicio esas "verdades" definidas por una élite cultural. Al abrazar sus historias, se están desterrando narrativas heredadas por generaciones. Dichas narrativas que a menudo han sido controladas por aquellos con un propio interés en mantener su forma.
Por supuesto, esto ha atraído críticas de aquellos que piensan que al quitarle el foco a los grandes conglomerados se pierde calidad. Pero volvamos a la esencia de por qué este nuevo tipo de entretenimiento continúa creciendo: es un grito y una celebración por la auténtica libertad de expresión, desmontando sistemas y afirmando un nuevo dominio entre lo auténtico y lo fabricado.
Es tiempo de observar esos rincones ignorados por tanto tiempo con una mirada que no sea condescendiente. Estos son los lugares donde está el verdadero entretenimiento: honesto, sin adornos, lleno de colorido y variedad. Este fenómeno se está esparciendo a lo largo de plataformas digitales y no tiene prisa en someterse a la visión tradicional que ha ahogado otras voces. Los iconoclastas siempre buscan —y encuentran— nuevas formas de conectar con sus audiencias fuera de los márgenes tradicionales.
"Eso es Entretenimiento Negro" no es solo un estilo o género. Es un movimiento que, aunque incómodo para algunos, marca la pauta de cómo los creadores de contenido pueden empoderarse y ofrecer al mundo historias crudas y honestas. Historias que no están ansiosas por pedir disculpas o modificar su esencia para adecuarse a un molde. Estos creadores no tienen necesidad de validación externa mientras sus historias sean contadas. Esto abre nuevas puertas —inesperadas por algunos— hacia un nuevo orden de entretenimiento, uno donde las voces reprimidas finalmente son escuchadas, y los espectadores se enriquecen al recibir una dosis de realidad.