El equipo de baloncesto masculino de los Cougars de Charleston 2016-17 fue un verdadero vendaval en la cancha, el tipo de equipo que hace realidad eso de 'jugar para ganar'. ¿Quiénes son esos tipos, qué hicieron exactamente para llamar tanto la atención y por qué? Los Cougars, bajo la guía de su dinámico entrenador Earl Grant, se convirtieron en una de las sensaciones de la Conferencia Colonial Atlética (CAA) durante la temporada 2016-17. Jugando en el corazón del sur estadounidense, en Charleston, Carolina del Sur, el equipo demostró que no tenía miedo de jugar un baloncesto intenso y disciplinado.
Pues bien, lo cierto es que esta temporada fue una oda al trabajo en equipo. Grant, el hombre que muchos dirían encarna los valores tradicionales del esfuerzo y la dedicación, construyó un equipo en el que nadie brillaba desmesuradamente, pero juntos creaban un sistema infranqueable. Claro que eso podría sonar a una herejía para aquellos que prefieren un enfoque más 'colaborativo' al estilo de los liberales. ¡Pero funcionó! Los Cougars terminaron la temporada regular con un récord de 25-10, lo que demuestra que, al final del día, el trabajo duro paga.
El secreto detrás de su éxito radicaba en su defensa de hierro. Las estadísticas no mienten; fueron uno de los mejores equipos defensivos de la nación. Sus rivales constantemente terminaban devanándose los sesos intentando romper su defensa bien organizada. Y aunque algunos podrían criticarlos por su estilo de juego más bien conservador y de ritmo lento, sería miope no reconocer la inteligencia táctica detrás de ello. Nada mal para un equipo que no tenía ningún 'jugador estrella' cuyo nombre suene en las marquesinas.
Como ejemplo ejemplar de disciplina y espíritu de equipo, los Cougars dominaban en casa, haciendo del TD Arena un verdadero fortín. Fue en su propio nido donde afilaron sus garras y plantaron cara a sus rivales más enconados. Vale la pena mencionar al escolta Grant Riller, quien, con tan solo su segundo año de universidad, se convirtió en una pieza fundamental del engranaje Cougar. Riller aportó energía, puntuación, y una juventud desbordante al equipo—una mezcla perfecta que solo puede nacer de un entorno que valora el mérito.
El torneo de la CAA fue la guinda del pastel de la devastadora temporada de los Cougars. Llegaron hasta la final, algo que no muchos esperaban al principio de la temporada. Su derrota ante la UNC Wilmington en la final fue tan reñida que los rivales apenas lograron arañar un pequeño margen de victoria. Sin embargo, incluso en la derrota, estos Cougars demostraron que el verdadero éxito se encuentra en competir con honor y dignidad.
En resumen, el equipo de baloncesto masculino de los Cougars de Charleston 2016-17 fue un ejemplo innegable de cómo los valores tradicionales y un enfoque bien concentrado pueden destruir los prejuicios que algunos intentan imponer en el mundo del deporte universitario. Juegos sólidos, defensas titánicas y estrategias inteligentes hicieron que una pequeña universidad sureña dejara huella entre los grandes.
Así que aquí lo tienes, un grupo de jóvenes inquebrantables que nos enseñaron que el autointerés y el trabajo colectivo disciplinado son claves para el éxito. En un momento en que el sentido común parece escasear más que nunca, es refrescante ver cómo personas que comparten esa visión logran el triunfo sin concesiones.