El Enrollamiento: ¿Cultura o Disparate?

El Enrollamiento: ¿Cultura o Disparate?

¿Qué tienen en común los ideales políticos y el enrollamiento? Ambos generan debates acalorados y dividen opiniones en la sociedad.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¿Qué tienen en común los ideales políticos y el enrollamiento? Ambos generan debates acalorados y dividen opiniones en la sociedad. El enrollamiento, un término que evoca tanto fascinación como polémica, ha cobrado protagonismo en muchas áreas últimamente. Ya sea en la moda, donde se habla de "enrollamientos" estilísticos, o en el mundo digital, donde el contenido se enrolla en un sinfín de publicaciones, parece ser el tema del momento.

El enrollamiento es una tendencia que ha logrado infiltrarse en todas partes. Desde las universidades, con discursos elevados sobre identidades "enrolladas", hasta las sesiones parlamentarias donde los políticos no pueden evitar caer en esta espiral discursiva. Su auge se atribuye a la búsqueda de originalidad y autenticidad en una era de uniformidad, pero la ironía está en que cada vez más se convierte en una forma de destacar justamente al no optar por la sencillez. Y en medio de este auge, como era de esperarse, las opiniones se dividen drásticamente.

Primero, todos adoramos un buen enrollamiento narrativo; el giro inesperado en las historias que nos mantiene enganchados. Pero, ¿cuándo un enrollamiento se vuelve excesivo? Cuando lo usamos como excusa para complicar lo simple. En un mundo ideal, la claridad y la precisión deberían ser nuestras guías. Todo este embrollo meticuloso tiende a nublar el punto central de las conversaciones y nos aleja de soluciones prácticas. Claro, el que busca entender, pide más que verborragias pomposas.

Segundo, ¿por qué este afán desmedido por enrollar las cosas? Es casi un compulsivo deseo de parecer más sofisticado. Es como presentar una sopa de letras como si fuera una obra maestra de literatura. Muchos podrían argumentar que esta es una estrategia para mantener el control en conversaciones, ahogando a cualquiera con tanta complejidad, que al final solo algunos pocos mantendrán a flote su cordura.

Ahora, vayamos al ámbito educativo, uno de los bastiones del enrollamiento. ¿Qué es lo que se espera que los estudiantes aprendan? ¿El contenido del curso o cómo sortear una montaña de ideas enrolladas para descubrir lo esencial? En este sentido, uno podría preguntarse si el objetivo es informar o impresionar. Pero al final del día, ¿qué es más valioso, el conocimiento o la habilidad de desenrollar ideas complejas?

Luego tenemos el escenario político donde el enrollamiento ha sido una herramienta indispensable. Aquí, los discursos se vuelven verdaderos trabalenguas, envolviendo a las audiencias con palabras rimbombantes y dejando preguntas sin resolver. ¿Bluff o sustancia? Pareciera que el enrollamiento se utiliza para evitar comprometerse con un punto de vista claro. Algo típico del espectro político contemporáneo, donde se prefiere la ambigüedad a las declaraciones directas. ¿Será que se teme ofender a la audiencia o que la verdad sin enredos se reconoce y castiga de inmediato?

Pero ya entrando al campo cultural, vemos un escenario donde el enrollamiento viene vestido de gala. La industria del entretenimiento ha sabido explotar este tropo, desde películas con guiones tan retorcidos que al final del film uno necesita tomar una aspirina, hasta novelas que prometen un desenlace sólo después de cincuenta páginas de enredo. Sin embargo, cabe preguntarse si detrás de tanta complejidad realmente hay profundidad o es simplemente el intento de cubrir la falta de contenido sustancial.

Por otro lado, en las redes sociales, el enrollamiento ha cobrado una forma tan peculiar. Allí, los "hilos" son una nueva manera de presentar argumentos que tienden a alargarse hasta volverse exhaustivos. Sin embargo, el volumen no equivale necesariamente a la calidad. Y mientras más se enrolla el contenido, más riesgo se corre de perder el interés del espectador. Un desafío constante para los creadores digitales es mantener la esencia mientras juegan con esta moda moderna del discurso enrollado.

Finalmente, ¿qué hay de la moda? El enrollamiento aquí se encarna de una manera más visual. Esta metáfora visual de la tendencia a complicar puede verse en diseños que se regodean en su extravagancia y alcanzan tal nivel de exceso que uno se pregunta si tienen más estética que pragmatismo. Es en este terreno donde el enrollamiento se vuelve una declaración; un manifiesto en contra de la conformidad o simplemente ruido visual.

Así que la próxima vez que te encuentres ante un enrollamiento, ya sea verbal o visual, cuestiona la esencia. Desentraña el mensaje real y evalúa su autenticidad. Recuerda que la simplicidad no es el enemigo de la inteligencia, sino que, a menudo, es su mejor aliada.