¡Sujétense los sombreros, amigos! La Enmienda 64 de Colorado, aprobada en noviembre de 2012, fue presentada como un gran paso hacia la 'libertad personal'. Fue un movimiento que, básicamente, convirtió a Colorado en el Salvaje Oeste de la marihuana recreativa. Esta medida permitió a los adultos mayores de 21 años poseer y fumar hasta una onza de marihuana legalmente. La venta al por menor comenzó en 2014, y Colorado fue el primer estado en el país en abrazar semejante política. Algunos lo vieron como progreso; otros, incluido quien les habla, lo vieron como el principio del fin.
Los defensores clamaban que la enmienda iba a reducir el crimen, promover la libertad individual y darle un empujón a la economía del estado. Pero, ¡vaya cuento! Cualquier político conservador con dos dedos de frente sabía que el infierno estaba a punto de desatarse. Mucha gente se olvida, o elige olvidar, que la ley era esencialmente un cheque en blanco para las grandes industrias del cannabis, permitiendo la creación de un monopolio en lo que solía ser un mercado negro. Aquellos que aún creen que el mundo es blanco o negro, probablemente piensen que esta es la solución a todos los problemas, pero no se equivoquen: no todo lo legal resulta en algo moral.
Colorado prometió destinar los impuestos recaudados de la marihuana para la educación. Sin embargo, trasladar los presupuestos de las escuelas a manos privadas no hizo que las aulas mejoraran mágicamente. ¿Alguien tiene en mente lo bien que va el sistema educativo? Exactamente: hasta los estudiantes saben que lo que sirve es el sentido común, no el humo mágico.
El aumento del consumo de marihuana correlacionó directamente con el aumento de emergencias relacionadas con la salud mental. SpongeBob cree que todo es esponjoso y divertido, pero la realidad es que Colorado ha visto un auge en problemas de salud, no solo entre usuarios adultos, sino también entre adolescentes. Mientras algunos aseguran que existen límites, todo es más laxo que un cinturón después de la cena de Acción de Gracias.
El tráfico en Colorado es otro capítulo de esta historia que vale la pena contar. El número de accidentes relacionados con la marihuana ha aumentado. Es como si mucha gente olvidara cada regla de educación vial al prender un porro. La seguridad vial no es precisamente la prioridad de quienes votaron por la enmienda, al parecer. Sin embargo, los accidentes no se detienen y sus consecuencias son más reales que los argumentos en favor de esta legislación.
Los negocios locales quizás piensen que una mayor afluencia de turistas es buena, pero acaso ¿los más cívicos entre nosotras están dispuestos a recorrer calles inundadas de turistas que solo buscan "relajarse"? La cultura de Colorado, que alguna vez fue sinónimo de salud y bienestar, se ha transformado, al ritmo de este nuevo turismo, en algo más que una mera atracción de curiosidad por parte de quienes no encuentran mejor afición que causar estragos en las montañas rocosas de nuestra amada patria.
Por supuesto, siempre hay individuos que argumentan que legalizar pone fin a la ilegalidad. Querido lector, la enmienda no legalizó el consumo seguro ni responsable. Lo que hizo fue crear un ambiente donde lo racional ocupa el asiento trasero, mientras que las finanzas del cannabis conducen el autobús. No es sorprendente ver a una sociedad que se encuentra cautiva de una moda, sin entender que el barco se está hundiendo y que cada inhalación es un clavo más en su ataúd patrio.
Al final del día, fue la testarudez y el deseo de ver cambios sin entender las consecuencias lo que llevó a esta doctrina del caos aprobada por aquellos que siguen pensando que los arcoíris terminan en ollas de oro. El Colorado de hoy es un reflejo de lo que sucede cuando ideas buenas en el papel se convierten en prácticas desastrosas. Se permitió que la ceguera prevaleciera sobre el sentido común. Solo queda preguntarse: ¿Este es el futuro de América? Algunos cruzan los dedos para que así no sea.