Cuando se habla de la película "El Ojo" de 2023, hay mucho que desempacar, no solo por su trama y producción, sino también por lo que representa en este mundo moderno. Esta película se convierte en uno de esos ejemplos de cómo la industria cinematográfica intenta manipular las mentes de los espectadores, disfrazando mensajes políticos como arte.
Primero, hablemos de la narrativa. La cinta sigue la historia de un individuo que busca la verdad en un mundo saturado de desinformación. Hasta aquí, todo bien. ¿Pero qué sucede cuando la película empieza a predicar con cliché tras cliché sobre la opresión y la necesidad de un activismo social excesivo? Se trata de una de esas producciones que intenta ensuciar la moral conservadora, sugiriendo que todos somos culpables de los males del mundo.
El segundo punto de interés es la dirección artística. "El Ojo" hace uso de efectos visuales para atrapar al espectador, y sinceramente, lo hace bien. Sin embargo, esto no redime el contenido si el mensaje subyacente es perturbador. La película usa la estética como un medio para encubrir lo que realmente quiere "enseñar": un dogma que obliga a aceptar sin cuestionar.
Un tercer aspecto en el que iconiza su propósito proagenda es el retrato de sus personajes. Los creadores presentan personajes "heroicos" que combaten la tiranía social con bravuconería estereotipada. Parece que el único objetivo aquí es sobreactuar la resistencia, otro intento más de vilificar cualquier forma de autoridad y disciplina. Se alejan de la verdadera esencia humana y redentora para vendernos su filosofía del caos como virtud.
Siguiendo con nuestro cuarto punto, entremos en la actuación. Aplaudimos el talento de los actores, eso es cierto. Pueden impresionar fácilmente al espectador promedio, pero hay que tener cuidado con caer en el juego. Porque por cada lágrima o sonrisa en pantalla, hay un guion que intenta moldear la percepción hacia una visión singular y monocromática del mundo. ¿De verdad nos tomaremos el tiempo de teatralizar la ideología en lugar de centrarnos en el arte en bruto?
Hagamos una pausa para evaluar el impacto social que "El Ojo" está intentando cultivar, como nuestro quinto enfoque. La cinta es la última de una larga línea de producciones que buscan fomentar un tipo de 'despertar' o conciencia social, que a menudo significa aceptar una visión unilateral, donde solo aquellos que siguen su corriente son considerados como moralmente correctos. Es un esfuerzo por encender pasiones sin lógica racional.
Avancemos ahora al sexto punto: la recepción crítica. Fácilmente catalogada como ‘obra maestra’ por los grandes críticos, esta percepción se basa más en la conformidad que en la calidad. Son alabanzas gritadas desde las azoteas por quienes están felices de verse reflejados en una pantalla que les dice exactamente lo que quieren oír.
El séptimo lugar pertenece a las controversias. Es innegable que "El Ojo" ha provocado opiniones divididas. Quizás porque hay un cansancio colectivo hacia este tipo de narrativas o tal vez porque la industria no se da cuenta de que el aburrimiento llega cuando la originalidad es sacrificada en el altar de la corrección política.
Nuestro octavo punto es el guion, que utiliza diálogos como un vehículo de propaganda reluciente. En lugar de arte auténtico, vemos un intento manipulador de trastocar la verdad objetiva con discursos saturados de victimización, como si el único camino a seguir fuese destruir el tejido social predominante.
El noveno motivo para pensar dos veces antes de elevar "El Ojo" a la categoría de obra indispensable es el oportunismo. Desmenuzando cada escena, se siente que el enfoque está en capitalizar ansiedades y dilemas modernos, empujando narrativas que no necesariamente resuenan por sus valores intrínsecos sino por capturar la preocupación de las masas.
Finalmente, centrémonos en la autenticidad. Esta es la última en nuestro top 10 y quizás la más vital. Una crítica especialmente poderosa es la falta de creatividad genuina que el filme exuda bajo sus imponentes imágenes visuales. Al caer en la trampa del mensaje, la verdadera magia del cine—ocuparse de historias que inspiran y unen—queda olvidada. Tal vez este es el mayor pecado que puede cometer cualquier forma de arte.
Al poner todas las cartas sobre la mesa, "El Ojo" se revela no solo como una pieza cinematográfica, sino como una señal de los tiempos actuales. Es una alerta para quienes creen en la importancia de preservar la esencia del cine auténtico. No dejemos que las agendas hagan olvidar lo que realmente significa crear: conexiones humanas sin prejuicios.