¿Y si dejaras de mentir? El noveno mandamiento

¿Y si dejaras de mentir? El noveno mandamiento

El noveno mandamiento, desde los tiempos de Moisés, nos insta a no mentir y ser honestos. En una sociedad que parece rechazar la verdad, ¿qué precio pagamos por nuestro relativismo moral?

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Decir la verdad siempre suena como algo razonable, ¿verdad? Desde siglos atrás, específicamente en el siglo XIII a.C., Moisés entregó las tablas con los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí, donde el noveno mandato recoge la esencia ética de la honestidad: "No darás falso testimonio contra tu prójimo". En otras palabras, no mentir. Esta regla no sólo guía a la comunidad religiosa, sino que ha influido en las normas sociales globalmente, sin embargo, hoy nos encontramos en un escenario donde, lamentablemente, el valor de la verdad se compromete constantemente.

¿Qué pasa en una sociedad donde la verdad es despreciada? Las instituciones se debilitan, las relaciones se quiebran y la confianza desaparece. La mentira se ha convertido en una herramienta usual de poder, desde los pasillos del gobierno hasta los titulares de los periódicos. Pero ¿qué excusa utilizamos para justificar las mentiras? ¿Y quién es realmente afectado por ellas?

  1. La verdad inconveniente: Claro, la verdad puede ser incómoda y hasta dolorosa. Pero nuestra comodidad no es razón suficiente para ignorar el noveno mandamiento. Si no afrontamos las verdades incómodas hoy, sufriremos consecuencias aún más severas mañana. Pensar que el relativismo moral puede absolvernos de nuestros pecados es no entender la esencia de la ética.

  2. Mentiras políticas: ¿Quiénes más si no son los líderes quienes deben ejemplificar la verdad? Mientras algunos políticos se esfuerzan por ser honestos, muchos otros inyectan dosis de falsedad para ganar poder o mantener sus cargos. Esto no es lo que nuestros ancestros imaginaron al establecer códigos éticos. La política al servicio del pueblo debe basarse en la transparencia.

  3. La excusa de la mentira piadosa: "Sólo fue una pequeña mentira para proteger sentimientos", dirán algunos. Una mentira piadosa sigue siendo una mentira. La intención no justifica los medios y al final del día, la veracidad es lo que sostiene tanto relaciones personales como profesionales.

  4. Mito entretenimiento-verídico: Hoy nos enfrentamos a los medios que difunden mentiras como entretenimiento. Manipulan emociones para atraer audiencias, sacrificando la verdad por el rating. Un espectáculo peligroso, convirtiendo una plataforma originalmente informativa en un circo del desconcierto.

  5. Educación tambaleante: ¿Qué le estamos enseñando a las nuevas generaciones? Nadar entre verdades a medias y fake news no fortalece una sociedad integrada. El futuro depende de cómo guiamos a los jóvenes hoy a discernir y valorar la verdad, construyendo una sociedad basada en hechos, no en ficciones.

  6. Compromisos nacidos del engaño: Como sociedad, muchos compromisos surgen de cortesías y falsedades. La palabra se ha devaluado en el mercado de las promesas vacías. Recuperar el valor de la palabra significa renovar la confianza y la esperanza tanto en entidades personales como públicas.

  7. Reparar la ruptura: Introducir la verdad donde antes había falsedad es incómodo y doloroso. Pero no hay redención sin reparación. Y confórmense o no, las comunidades deben enfrentarse a sus verdades para sanar y crecer verdaderamente.

  8. La adicción a la mentira: La repetición de la mentira crea un ciclo difícil de romper. Una vez que se inicia el descenso, es fácil resbalar en un camino de más engaños, complicando arreglos con capas acumuladas de deshonestidad. Salir de este abismo es posible, pero requiere valor.

  9. La integridad tiene su coste: Defender y vivir en verdad rara vez es gratis. Los costos sociales, profesionales y personales de ser verdaderos en un mundo de hipocresía son altos. Pero el beneficio de una conciencia limpia y de relaciones auténticas no tiene precio.

  10. Cardenales de la moral: Finalmente, la integridad debe prevalecer como la piedra angular de la interacción humana. Los valores tradicionales no están pasados de moda, sino que son esenciales para la cohesión social y la paz interior. Lo que muchos etiquetan como anticuado es simplemente el reflejo de una brújula moral extraviada.

La responsabilidad recae en nosotros, cada uno de nosotros, para asegurar que el noveno mandamiento no sea sólo una reliquia vieja incumplida, sino una guía viva para estructurar una vida y sociedad justas y morales. La verdad, al final del día, es eterna y no conoce rival.