Si los libros pudieran desatar controversias, "El Juego del Diablo" sería un claro ejemplo. Esta novela, subestimada por muchos y amada por aquellos con un gusto por lo oscuro, fue escrita por el magnánimo escritor argentino Patrick Ericson, publicada por primera vez en 2009. Desde el sur del planeta nos trae una historia que se sumerge en el misterio y el terror psicológico. Nos encontramos en un mundo donde el pasado retorna, incluso a aquellos que tratan de escapar de él, provocando situaciones que harían temblar a cualquier mente débil.
Comenzamos por aclarar quién es Patrick Ericson. Si bien su nombre no resuena tan fuerte como el de otros autores más mediáticos, su narrativa está lejos de caer en la mediocridad habitual de las novelas de terror contemporáneas que solo buscan explotar clichés. Ericson es un hombre al que la profundidad psicológica de sus personajes y la crítica sutil a la sociedad no le pertenecen a una novela cualquiera. Pendularía entre los elogios literarios y la ignorancia de aquellos interesados solamente en literatura "segura".
Y ahora, la trama. Sin hacer del análisis un espagueti filosófico, basta decir que gira en torno a un objeto maldito, el tablero Ouija, y un grupo de personas que lo utiliza sin comprender el peligro que entraña. Esta no es la típica historia de 'Oh, miremos un fantasma', sino más bien un estudio exhaustivo de cómo las personas pueden autodestruirse mediante su propio miedo y su afán de encontrar respuestas inmediatas.
Revisando el trasfondo de la novela, se conecta fuertemente con el concepto de "lo prohibido". En pleno siglo XXI, donde el relativismo campea, algunos todavía miran con escepticismo el mundo más allá de lo que la ciencia puede explicar. Ericson se adentra en esta paradoja ejerciendo una crítica que no solo busca atrapar a quien busca entretenimiento, sino también provocar una reflexión profunda y necesaria.
El tiempo por el que pasa "El Juego del Diablo" es preciso, como un reloj suizo: la tensión se incrementa en cada capítulo, mostrando un dominio magistral de los ritmos narrativos. Algunos críticos han tratado de minimizar la obra como una simple novela de terror, pero están lejos de captar su verdadera esencia. Lamentablemente, este ensalzamiento hacia los sentidos no es para el gusto de todo el mundo. Aquellos que buscan excitaciones vacuas y rapiditas tendrán que buscar en otro lugar.
Para quienes aman una buena historia cargada de tensión y misterio, Ericson ofrece, a través de su obra, una visión dura de la realidad humana, de cómo nuestros miedos y deseos muchas veces entran en conflicto con la lógica. La narrativa que exprime a sus personajes y los despoja, lentamente, de las capas superficiales de civilización es un verdadero deleite para quienes pueden sostener el ritmo.
Nada de soluciones precipitosas típicas de otros dramas; aquí cada derrota, cada miedo enfrentado, tiene su peso y su tiempo preciso. El autor se encarga de que cada página valga la pena leerse, sin el relleno que muchas novelas actuales tratan de vender como contenido sustancial.
Se podría pensar que la novela es intimidante por su trama intensa, pero la sencillez del lenguaje y la estructuración clara la hace accesible, aunque también demandante en el sentido de profundidad cognitiva. Muy alejado del bodrio que algunos escritores intentan pasar como revolución literaria moderna.
Finalmente, la locación en la que se desarrolla, ciudad de Buenos Aires, añade una capa más de misterio y exótica autenticidad. Con su mezcla de pasado y presente, de enorme metrópoli y rincones ocultos, la ambientación complementa perfectamente el aura de suspenso que empapa las páginas del texto y apoya todos los planos narrativos trazados por Ericson.
Aquellos que se negaron a abrir sus mentes verán "El Juego del Diablo" simplemente como otra novela de terror, un error que se comete frecuentemente por individuos que prefieren la seguridad de lo conocido. Pero para los más aventurados, es una puerta de entrada a un mundo fascinante que no deja de exponer la naturaleza humana. Quizás, después de todo, a veces un pequeño empujón hacia la incertidumbre es lo que necesitamos para salir de nuestra burbuja de ignorancia segura.