Esculpiendo nuestro propio camino: El controvertido arte del control

Esculpiendo nuestro propio camino: El controvertido arte del control

Dejar el destino en manos de otros es como dejar el timón de un barco en medio de una tormenta. "Dueño del Destino" nos enfrenta a un cuestionamiento incómodo sobre control y libertad.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Dejar el destino en manos de otros es como dejar el timón de un barco en medio de una tormenta. "Dueño del Destino" es una de esas novelas que no solo invita a navegar en aguas profundas de reflexión, sino que también desafía las corrientes principales del pensamiento contemporáneo. Publicada en 2023 por el audaz y politizado escritor Marco Cervantes, la novela se lanza un mes antes de las elecciones presidenciales en el país y ha encontrado un eco especial en aquellos que defienden la autonomía personal y la libertad frente al control estatal, suscitando debate en todas direcciones.

La trama nos traslada a una metrópolis distópica en 2050, donde el gobierno ha implementado un sistema que decide el futuro de cada individuo para maximizar el bienestar común. ¿La promesa? Igualdad total y eliminación de las injusticias. Pero Cervantes, con su mente incansablemente crítica, utiliza sus páginas para desenmascarar los peligros inherentes de un sistema que sobrepasa sus límites. Es una lección de historia en forma de ficción que recuerda al lector que aunque la igualdad pueda sonar como un ideal romántico, a menudo es una máscara para el control y la pérdida de libertad individual.

La historia sigue a David, un joven inconformista que niega aceptar su "destino" asignado. Sus hazañas son un testamento a la semilla de rebeldía que algunos poseemos para defender lo que es nuestro por derecho natural: el poder de elección. No es solo una novela, es una declaración sobre la importancia de preservar las libertades fundamentales, esas que en alguna ocasión grandes figuras ha defendido con sus vidas. Cervantes hace una crítica feroz al colectivismo que erosiona el individuo, dejándonos con la pregunta: ¿Queremos realmente ceder nuestro futuro por un supuesto bien común?

El autor, un descarado defensor de la libertad individual, desafía las ideas actuales de sofisticados "arreglos" sociales que, bajo la apariencia de progreso, minan la autonomía personal. ¿De verdad queremos que un gobierno decida por nosotros basándose en algoritmos y estadísticas? Cervantes usa el arte para abrirnos los ojos, recordando que la imposición disfrazada de justicia aún es solo una sutil tiranía. Liberales podrían encontrar algunas de estas ideas difíciles de digerir, preferirían seguramente un mundo donde se nos diga que pensar.

Es esencial reconocer el coraje de Cervantes al escribir en un mundo que adora la corrección política. A través de "Dueño del Destino", nos invita a cuestionar esa realidad preconcebida que nos venden como progreso. Nos recuerda con humor y ferocidad que al entregar nuestro control, podríamos estar entregando lo más valioso que tenemos. Cervantes habilidosamente se burla de la utopía igualitaria, insinuando que las personas no necesitan total tutela, sino simples principios rectores que nos dejen ser dueños de nosotros mismos.

En una época donde cada vez más voces claman por mayor intervención estatal y renuncian al libre albedrío a favor del bienestar colectivo, "Dueño del Destino" surge como un aro salvavidas en un mar repleto de ideas confusas y serviles. Al explorar la capacidad humana de autogobierno, Cervantes nos ofrece un recordatorio de que la historia se repite para aquellos que olvidan. La novela es una advertencia: cuando la libertad se sacrifica por seguridad, ambos se pierden.

El valor de Cervantes no solo está en su habilidad de escribir, sino en su disposición para desafiar el status quo y llamar a las cosas por su nombre. Dentro de esta narrativa provocativa, Cervantes logra esculpir una obra que, desde la primera página, nos abraza como un viento fuerte, instándonos a tener el coraje de navegar por nosotros mismos. Su obra es un canto a la realidad olvidada de que podemos ser dueños de nuestro destino, si tan solo estuviésemos preparados para reclamarlos.