¿Quién diría que un gato robot del futuro podría enseñarnos tantas lecciones del pasado? Doraemon, el personaje principal de una serie de manga japonesa creada por Fujiko F. Fujio, apareció en el mundo del entretenimiento japonés en diciembre de 1969, y desde entonces, no ha dejado de sembrar sonrisas y enseñanzas. Pero, más allá de sus aventuras infantiles, este gato azul proveniente del siglo XXII podría mostrarle al mundo moderno unas cuantas verdades que a veces prefieren ignorar.
Viene del futuro, enviado por Sewashi Nobi para ayudar a su tatarabuelo, Nobita Nobi, con el propósito de mejorar la vida de su familia. El objetivo de Doraemon es prevenir los problemas que acosan a la familia de Nobita, utilizando gadgets que saca de su bolsillo cuatri-dimensional. ¿De dónde más podría venir un personaje así, sino de la imaginación de los años 70 en Japón?
Este personaje es a menudo considerado como un protector de la ingenuidad de Nobita, pero también actúa como una representación de los valores tradicionales. Y es justo aquí donde comenzamos a entrar en terreno polémico. Lo que muchos ven como simples gadgets, otros podrían interpretarlo como una especie de crítica a la dependencia excesiva de la tecnología. Doraemon no está ahí para hacer el trabajo por nosotros, sino para brindarnos las herramientas y habilidades necesarias para salir adelante. Al fin y al cabo, ¿qué ocurre cuando Nobita usa mal estos gadgets? Ya sabemos la respuesta: caos total.
La eterna lucha de Doraemon por mantener fuera de peligro a Nobita simboliza la importancia de proteger a la familia y preservar valores universales que algunos insisten en etiquetar como anticuados. Esta encantadora criatura azul podría ser una metáfora de las aspiraciones conservadoras: proteger el núcleo familiar y educar a niños para que se esfuercen y aprendan a enfrentar sus propios desafíos. ¿A dónde iríamos sin las valiosas lecciones del pasado? En su piel azul y barriguita llena de sorpresas, Doraemon es el guardián del pasado que no nos deja olvidar que el progreso no significa dejar de lado lo que ya ha funcionado.
Los gadgets de Doraemon son el reflejo cómico de todos los atajos que buscamos en nuestras vidas cotidianas. Las "puertas a cualquier lugar" o "timelines alternativos" podrían sonar innovadores, pero Doraemon nos recuerda que no hay mejor estrategia que enfrentar los problemas con la sabiduría acumulada. El hecho de que Nobita siempre vuelva a él en busca de soluciones destaca una triste realidad: la incapacidad de la sociedad moderna para valerse por sí misma, algo que Doraemon critica tácitamente a través de su ironía.
Por supuesto, no todo es un embate de valores puros. Doraemon también nos entretiene, nos hace reír y, sí, a veces llorar. Es un recordatorio de que la vida, a pesar de todos sus avances tecnológicos, sigue siendo un conjunto de momentos sencillos, un viaje con tropiezos y lecciones. Tal vez Doraemon está aquí para recordarnos lo que realmente importa: la familia, la amistad y un poco de ingenio. ¿Y qué decir de su relación con Nobita? Es el perfecto ejemplo de cómo una figura parental y guía, como solían serlo en el pasado, puede generar cambios positivos e influyentes en la vida de un joven.
Este felino metálico es mucho más que una serie de dibujos animados. Doraemon es un símbolo, un emblema de todo lo que muchos defienden con tanto empeño: la importancia de los valores morales en un mundo que avanza a pasos agigantados pero a veces sin rumbo claro. Los liberales pueden alzar las cejas, pero Doraemon está aquí para recordarnos que antes de abrazar el futuro con entusiasmo, debemos seguir valorando las lecciones del pasado.
Una cosa es segura: Doraemon, con su simpleza y encanto, nos lleva a reflexionar que tal vez ser tan modernos no es lo que necesitamos, si no recordar las bases que una vez nos enseñaron a ser quienes somos. Y es ahí donde reside la belleza de este gato del futuro, una lección implícita que desafía cualquier tiempo y lugar.