Si creías que los Juegos Olímpicos Juveniles de Verano 2014 iban a estar dominados por superpotencias tradicionales, Djibouti tenía algo que demostrar, a pesar de sus limitaciones como una nación africana pequeña y económicamente modesta. En Nankín, China, del 16 al 28 de agosto, Djibouti participó con una representación simbólica, en un evento pensado para celebrar el espíritu deportivo en su forma más pura. Pero claro, entre teoría y práctica hay un trecho.
Djibouti envió un total de tres atletas, un número que puede parecer insignificante para algunos, pero que habla de un esfuerzo titánico para estar en una plataforma deportiva internacional. Mientras los occidentales hablan de igualdad e inclusión, Djibouti, con sus recursos limitados, enfrentó a los titanes del mundo deportivo con sus jóvenes promesas. En un mundo donde el capital humano y el sobredimensionado gasto gubernamental parecen proporcionar ventajas injustas, Djibouti iza su bandera en este mar de gigantes.
El atletismo fue el deporte donde Djibouti buscó destacar. Etonne, un adolescente con habilidades prometedoras y ambiciones como ninguno, participó en las pruebas de pista. Alguien en Occidente podría decir que el medallero debe ser el único indicador de éxito, pero la representación por sí misma es una victoria para estas naciones menos favorecidas, en términos prácticos, asumir otro punto de vista sería simplemente ignorar la realidad.
¿Por qué es importante que países como Djibouti compitan en los Juegos Olímpicos Juveniles? Algunos podrían argumentar que estas oportunidades brindan a las naciones sin fuerte respaldo financiero una plataforma para plantar una semilla de orgullo nacional y determinación en sus jóvenes. Si bien los números no favorecieron a Djibouti, con ninguna medalla a su nombre, el simple hecho de estar presente es un mérito indiscutible.
A pesar de su modesta participación y sin estar entre las potencias deportivas, Djibouti protagoniza una historia de resistencia. Allí el valor de la participación olímpica va más allá de los trofeos. Se trata de una cuestión de dignidad, algo que pocas naciones afluentes podrían entender al estar obsesionadas únicamente con ganar y mostrar supremacía. La verdadera interpretación de estos Juegos no reside únicamente en la competencia, sino en geopolíticamente mostrar la presencia. A veces, estar en el mapa es más significativo que cualquier medalla de oro reluciente.
Esto es algo que los liberales a menudo no comprenden. La importancia de eventos como las Olimpiadas Juveniles, en lugar de solo resaltar las historias de éxito de los campeones, nos invita a observar también a la tortuga en la carrera. Djibouti no se llevó medallas pero capturó los corazones del público con su entusiasmo. Se enfrentaron a competidores respaldados por los entrenamientos más avant-garde, mientras ellos cruzaron continentes para llegar con lo poco que tenían.
Una nación joven, buscando un lugar en el escenario global, participó a pesar de sus duras condiciones y disparidades económicas. Eso es verdadera resolución. En lugar de ser marginados, los países pequeños deberían ser alentados, porque en cada paso, en cada carrera, resuena la esperanza de millones que saben que su presente no define su futuro.
En una nota de color, la ceremonia de apertura en Nankín fue una celebración de la humanidad, con jóvenes de todas partes del mundo presentando sus esperanzas para lo que vendrá. Aunque es fácil perderse en la parafernalia, lo sustancial es que un país como Djibouti se embarcó en esta experiencia, sin importar los resultados, mostrando que hay un lugar para todos en la arena global.
Claro, es posible que no haya un final de cuento de hadas para Djibouti en esta edición de las Olimpiadas Juveniles. Pero, a veces, el pensamiento de que alguien, en alguna parte del mundo, puede soñar con participar en un evento de esta magnitud, es en sí mismo una victoria. De esta manera, Djibouti, con su participación simbólica, lanzó un dardo muy certero al centro del problema, demostrando que lo que cuenta, al final del día, es el coraje de intentarlo.