¿Creías que la división en Gauteng era superficial? Pues prepárate porque la grieta es más profunda de lo que piensas. En el corazón de Sudáfrica, la provincia de Gauteng, que alberga a las importantes ciudades de Johannesburgo y Pretoria, ha estado enfrentando tensiones políticas y sociales que parecen no tener fin. Desde que terminó el apartheid, allá por 1994, uno pensaría que las cosas mejorarían drásticamente; pero aquí estamos, décadas después, y aún se vive en la cuerda floja.
Hablemos de quiénes están al mando. Gauteng, siendo el centro económico del país, es crucial, y el Congreso Nacional Africano (ANC) ha estado en el poder durante mucho tiempo. Pero, ay, cuán despistados pueden ser. En vez de dar un colchón seguro a la población, las políticas socialmente ingenuas del ANC no sólo han socavado su control, sino que alimentan la desconfianza en un sistema que prometía tanto.
La misma Gauteng, próspera en recursos, se ha estancado en un ciclo vicioso de pobreza y desigualdad. Ironía pura, ¿verdad? Cambiaron el color del poder, pero no cambiaron las cosas que importan. Aquí el truco está en el concepto liberal que se vendió y nunca se materializó. Promesas de igualdad que sólo se convirtieron en combustible para frustraciones crecientes.
Los problemas de Gauteng no son hechos aislados. Las tensiones están en casi cada rincón de las calles. Desde las dificultades económicas que enfrenta su clase media hasta problemas serios en infraestructura como electricidad, educación y servicios sanitarios, todo se convierte en una olla a presión a punto de estallar. Si no parece un desastre orquestado, es porque quizás no estamos prestando suficiente atención.
¿Y cuándo ocurrió todo esto? Algunos dirían que quizá en la última década, cuando el gobierno decidió ahogar la economía con decisiones sin sentido, y otros se remontarán más atrás, cuando la transición de poder no se hizo inteligentemente. Porque, claro, aquí no se trata sólo de quién lidera, sino de cómo lo hace, y está claro que algunos simplemente perdieron la brújula.
Tal vez te preguntes el motivo. Es la naturaleza humana desviarse del camino cuando las promesas se quedan vacías, y Gauteng es el ejemplo perfecto de cómo las políticas populistas pueden convertirse en su propia némesis. Se abrió la caja de Pandora cuando las expectativas se estrellaron contra la realidad. Un sueño sudafricano que se ha convertido en pesadilla para muchos.
Vamos a aclarar otra de las realidades de Gauteng. La migración interna. Esta provincia ha sido un imán para la migración tanto internacional como local, buscando mejores oportunidades en el bullicioso corazón económico. Más gente requiere más recursos. Sencillo, ¿no? Pero más recursos requieren un liderazgo competente, algo que brilla por su ausencia. Entre el desánimo y el estancamiento, uno se pregunta si realmente era buena idea confiar el fuerte a marineros inexpertos.
Gauteng se encuentra en un momento decisivo, envuelta en el dilema sobre el camino a seguir. Con una vorágine de decisiones que van desde políticas de tierra que han sido retóricas vacías, hasta ineficiencia en servicios básicos que desbaratan la calidad de vida, el futuro es incierto. Eso sí, más complicado aún si vueltas los ojos hacia la agenda progresista que se pretendía implementar aquí y que termina quedándose en papel mojado.
Es preciso recordar que todo esto, toda esta división, no es sólo un problema que afecta a Gauteng, sino que es un reflejo de un gran fenómeno político de la nación. Un recordatorio de lo fácil que puede retroceder una sociedad si se descuidan los aspectos fundamentales del poder y del orden. Es para pensárselo, ¿verdad? Quizás es momento de volver a las raíces, fortalecer los cimientos antes de construir castillos en el aire.