La Izquierda y su Obsesión con los Pozos de los Deseos
¿Quién hubiera pensado que un simple pozo de los deseos podría convertirse en el último símbolo de la discordia política? En un pequeño pueblo de California, en octubre de 2023, un grupo de activistas decidió que era hora de "modernizar" el pozo de los deseos local. ¿Por qué? Porque, según ellos, lanzar monedas a un pozo es un acto de "privilegio económico" que perpetúa la desigualdad. Sí, lo leíste bien.
La idea de que lanzar una moneda a un pozo de los deseos es un acto de opresión es, francamente, ridícula. Pero en el mundo de hoy, donde la corrección política ha alcanzado niveles absurdos, nada parece estar a salvo. Los activistas argumentan que no todos pueden permitirse el lujo de lanzar monedas, y que el pozo debería ser reemplazado por un "espacio de reflexión inclusivo". ¿Qué significa eso? Nadie lo sabe realmente, pero suena lo suficientemente vago como para que nadie se atreva a cuestionarlo.
La ironía es que estos pozos de los deseos han existido durante siglos, y nunca antes habían sido considerados un problema. Pero en la era de la hipersensibilidad, cualquier cosa puede ser vista como ofensiva. La tradición de lanzar monedas a un pozo es un simple gesto de esperanza, un pequeño ritual que no hace daño a nadie. Sin embargo, en el mundo de los activistas, todo debe ser analizado y criticado hasta el punto de la parálisis.
Lo que realmente está en juego aquí es el deseo de controlar cada aspecto de la vida cotidiana. Si no puedes lanzar una moneda a un pozo sin ser acusado de perpetuar la desigualdad, ¿qué sigue? ¿Prohibir las fuentes porque no todos tienen acceso a agua potable? La lógica detrás de estas demandas es tan endeble que se desmorona con el más mínimo escrutinio.
Además, ¿quién decide qué es inclusivo y qué no lo es? La idea de que un pequeño grupo de activistas puede dictar cómo deben comportarse los demás es, en sí misma, una forma de tiranía. La verdadera inclusión debería significar aceptar diferentes formas de expresión, no imponer una única visión del mundo.
El problema es que este tipo de activismo no busca soluciones reales. En lugar de abordar problemas tangibles, se centra en gestos simbólicos que no cambian nada. Es fácil criticar un pozo de los deseos, pero mucho más difícil es trabajar en políticas que realmente ayuden a las personas. Pero claro, eso requeriría esfuerzo y compromiso, algo que parece escasear en ciertos círculos.
En última instancia, la obsesión por los pozos de los deseos es un síntoma de un problema mayor: la incapacidad de algunos para aceptar que no todo en la vida es un problema que necesita ser resuelto. A veces, un pozo de los deseos es solo eso, un pozo de los deseos. Y no hay nada de malo en ello.