La batalla final: Dejemos morir a la bestia

La batalla final: Dejemos morir a la bestia

El libro "Deja morir a la bestia" desafía la realidad del gasto público irracional y el intervencionismo estatal, proponiendo un nuevo amanecer libre de burocracias aplastantes.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Quien piense que el título "Deja morir a la bestia" se refiere a un relato fantástico no podría estar más equivocado. Este libro, publicado en 2023, es una mordaz crítica social que pone el dedo en la llaga de lo que supuestamente hemos estado luchando por cambiar durante décadas. La autora, con una mirada firme hacia las raíces de los problemas económicos y sociales, nos lleva a través de un viaje contemporáneo en el que la bestia, una metáfora para el Estado hinchado e ineficaz, nos consume poco a poco. Si creías que el reto económico se resolvería bailando al son de las canciones de cuna del gasto público irracional, este no es tu cuento antes de dormir.

Podríamos analizar un sinfín de pasajes de este libro que desnudan la realidad detrás del gasto excesivo y la regulación desmedida. El argumento central del libro es simple pero devastador: para que nuestra sociedad prospere, hay que acabar con las instituciones pesadas y burocráticas que asfixian la innovación y el emprendimiento. "Deja morir a la bestia" no es un llamado a la anarquía, sino más bien una súplica para que cada trozo de insensatez burocrática termine y renazca como un sistema más eficiente y libre.

Al abordar la cuestión de por qué hemos llegado tan lejos en este callejón sin salida fiscal, no es difícil encontrar respuestas en políticas que glorifican el gasto sin considerar sus efectos. La autora desenmascara la hipocresía de políticas que, aunque cargadas de buenas intenciones, a menudo hacen más daño que bien. Estas políticas se sirven de períodos de bonanza temporal para ocultar déficits estructurales con promesas vacías. Recuerde la urgencia del déficit de infraestructuras o la deuda externa. Es una farsa continuar poniendo parches en un sistema cuyo eje ha fallado.

La narrativa del libro es un mini curso sobre la historia económica reciente. Muestra cómo una agenda de gasto irracional ha asfixiado el potencial productivo, manteniendo prisioneras a las futuras generaciones en una celda de deudas. El gesto fácil de aumentar los impuestos para pagar promesas populistas es un círculo vicioso del que algunas élites parecen sacar provecho.

Por otro lado, esas promesas de bienestar caen en oídos sordos cuando los infaltables desastres que ocurren a raíz de políticas mal gestionadas dejan a las instituciones económicas tambaleándose. Cada intento de redirigir la economía aumentando impuestos o acumulando más deuda es visto en el libro como tirarle más leña al fuego de la debacle fiscal.

Lo irónico es que el sistema actual se ampara en retóricas altruistas, prometiéndonos una utopía a la vuelta de la esquina. Pero bien sabemos que la realidad no podría estar más lejos de ese sueño. Los verdaderos beneficiarios son a menudo los burócratas y no la ciudadanía a la que dicen servir.

El mensaje de "Deja morir a la bestia" se presenta como solución a una humanidad que lucha por encontrar su lugar en un mundo saturado de marcos normativos que pueden matar una buena idea en su etapa embrionaria. La innovación no puede florecer en un huerto de reglas abusivas. La autora aboga por liberar a la economía del yugo de los salvadores autoproclamados para evitar que toda una generación caiga en el abismo de la mediocridad económica.

El libro invita a cuestionar si la falsa seguridad que proporciona un Estado robusto realmente justifica su existencia. La imagen de una sociedad autosuficiente, libre para crear e innovar, es cada vez más tentadora si nos deshacemos del lastre. Alcanzar ese estado implica un sacrificio; el dejar morir a la "bestia" es necesario para una renovación.

Para quienes genuinamente creen que ésta es una batalla entre el enriquecimiento personal y el bien común, el libro ofrece una perspectiva que puede cambiar esa percepción. Los impuestos elevados y el intervencionismo sofocan el mismo espíritu empresarial que podría traer verdadera riqueza y estabilidad a más personas, no sólo a unas pocas.

Tal vez es hora de reconocer que la "bestia" ha perdido su rumbo y, aunque intentemos mantenerla viva, estamos alejando la prosperidad. La metáfora de la bestia podría hacerse realidad si decides abandonar el pensamiento de rendirse ante el confort de lo conocido. Dejar morir a la bestia no es simplemente erradicar un mal; es dar paso a un amanecer diferente que no está atado a las cadenas de una ortodoxia fallida.