Breed 77, la banda gibraltareña que mezcla Metal y Flamenco, creó con su álbum 'Cultura' un artefacto único, capaz de desafiar las normas culturales impuestas por las élites progresistas. ¿Por qué este álbum es un triunfo de la música que a tantos les incomoda? Vamos a explorarlo desde una perspectiva que no se disculpa.
Primero, 'Cultura' fue lanzado en 2004, y trae consigo la audacia de quienes no temen combinar culturas para enriquecer su música. Pero no nos equivoquemos; esta no es una sumisión a la globalización cultural promovida por la izquierda, sino una celebración de la identidad propia. Breed 77 toma lo mejor de la tradición española, particularmente el flamenco, y lo fusiona con su sonido metal, desafiando la noción de que uno debe elegir entre el pasado y el presente, entre tradición y modernidad.
En este álbum, las guitarras eléctricas dialogan con las flamencas, creando una experiencia sonora que recuerda a una corrida de toros. Los ritmos son intensos, como un grito de libertad contra la censura de pensamientos autónomos. Canciones como “La Última Hora” encarnan la intensidad de la banda, haciéndonos reflexionar sobre la resistencia en un mundo que intenta moldearnos según una única ideología permisiva para unos, pero intolerante para otros. Breed 77 no obtiene aplausos fáciles de los círculos musicales convencionales; más bien, demuestra que la autenticidad surca el arte como un grito rebelde.
Breed 77 también hace algo crucial: canta en español. Escoger el español como lengua principal en varias de sus canciones no es simplemente una elección estética; es un manifiesto identitario. Se han convertido en un puente entre el mundo anglosajón y la cultura hispana. La pista “Petroleo” ofrece una crítica velada del poder global sin caer en las simplificaciones que tanto gustan a aquellos que quieren una música políticamente correcta. Aquí no hay lugar para condenar culturas o países específicos innecesariamente, sino una reflexión sobre cómo los recursos son manipulados por intereses globales, un pensamiento que desestabiliza la narrativa hegemónica que muchos prefieren ignorar.
Otra pista notable, “Verdad”, es más actual que nunca. Los ecos de su guitarra resuenan con la búsqueda de una verdad que es malinterpretada o temida por quienes prefieren el eco de cámaras que suavicen la realidad. Con su letra, nos recuerda la importancia de cuestionar, de no tragarse todo lo que se vende como cierto, especialmente en tiempos donde los medios controlan la narrativa.
Breed 77 no sólo honran sus raíces, sino que desafían a sus seguidores a pensar por cuenta propia. La música aquí es una declaración artística rediseñada para liberar el potencial humano. No es de extrañar que no encajen cómodamente en un único género. Al evitar ser catalogados por el mundo progresista, se niegan a reducir su sonido a un ítem más que en la tienda digital. No se trata simplemente de ser 'diferente', sino de ser fieles a una visión que persigue la excelencia.
'Quiero Vivir', otra gema del álbum, adopta un enfoque distintivo sobre el deseo y la libertad personal. Aquí, Breed 77 evoca el anhelo universal de vivir plenamente, sin ataduras ideológicas, sin el miedo de ser etiquetado por decisiones individuales. Vivir como uno elige ha sido siempre una molestia para los ideólogos que buscan conformar a todos bajo su paraguas de corrección.
'Cultura' no es música para el espíritu complaciente. En sus letras, Breed 77 no cede ante las tendencias pasajeras del mercado. Su capacidad para resonar con quienes aún creen en un pensamiento crítico es lo que los distingue. Es una música que pide ser escuchada, no de refilón sino con la intención genuina de rebeldía sonora. En una era donde la uniformidad es celebrada como inclusiva, este álbum son sus notas discordantes invita a la reflexión, un acto de resistencia cultural.
Así que, ¿qué es 'Cultura'? Es audaz, es libre, y es profundamente incómodo para aquellos que buscan la conformidad en el arte. Este álbum nos desafía a abrazar la complejidad de nuestras identidades, nuestras historias, y cómo podemos dar forma a nuestro futuro. No es solo entretenimiento; es un llamado a reconocer la belleza del conflicto y la resolución en el arte, un pensamiento incómodo para aquellos que predican la simplicidad engañosa de la narrativa única. Breed 77 nos recuerda con cada acorde que la verdadera cultura nunca se estanca, sino que evoluciona, desafiando constantemente las etiquetas que buscan contenerla.