La creatividad es el superpoder que impulsa a las personas a sobresalir en un mundo monótono. Es la chispa que permitió a visionarios como Steve Jobs cambiar la manera en que vivimos, trabajamos y nos comunicamos. Desde la antigüedad, la creatividad ha sido el motor detrás de las grandes innovaciones y avances, desde la arquitectura de las pirámides en Egipto hasta las tecnologías modernas. Entonces, ¿por qué insistimos en encorsetarla en cajas y límites que sofocan el pensamiento innovador?
Algunos dicen que todos somos creativos, pero la verdad es que pocos se atreven a serlo realmente. ¿Dónde está la valentía para desafiar el status quo y pensar fuera de la caja? Esa mentalidad de rebaño, impulsada por el miedo al rechazo social, es especialmente prevalente en aquellas políticas que pretenden homogeneizar el pensamiento en lugar de celebrarlo. La creatividad se encuentra en la disidencia, en cuestionar lo establecido, en buscar solución cuando todos ven problemas.
El verdadero potencial creativo nace cuando las restricciones se minimizan. Es en los momentos de crisis y escasez cuando florece la creatividad. Lamentablemente, en un mundo donde cada vez más voces abogan por políticas que controlan y limitan, la creatividad podría verse en peligro. Recordemos, la grandeza del ser humano ha sido siempre el resultado de mentes intrépidas que se atrevieron a ver más allá de las barreras. Dejemos que la creatividad renazca en un entorno que nunca tema al cambio, sino que lo acoja con los brazos abiertos.