Conversacional: La Palabra Que Le Da Palma a La Agenda Progre

Conversacional: La Palabra Que Le Da Palma a La Agenda Progre

Explora cómo el término "conversacional" se usa para distraer de la interacción genuina, mientras la tecnología vende interacciones vacías como progreso.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Todos, tarde o temprano, hemos caído en una conversación poco fructífera, especialmente cuando se trata de algo tan simple y complicado a la vez como el término "conversacional". Vamos a desmenuzar cómo y por qué esta palabra ha adquirido tanto peso en las sociedades contemporáneas. En un mundo cada vez más digital, "conversacional" se refiere a esa interacción dinámica que supuestamente humaniza la tecnología, pero a menudo termina siendo una especie de espejismo progresista con poco contenido.

Primero, ¿qué es realmente "conversacional"? Es el término que ahora todos usan para referirse a chatbots, asistentes de voz, y toda una serie de herramientas tecnológicas que intentan hacernos creer que la tecnología puede sustituir las verdaderas interacciones humanas. Es como si abracemos a un robot en vez de a nuestro vecino, en nombre de la modernidad y el supuesto progreso social.

Este fenómeno ha crecido exponencialmente en los últimos años, especialmente en Silicon Valley, donde siempre están buscando nuevas maneras de vender el futuro. Ahora, las empresas tecnológicas nos dicen que nuestras interacciones con máquinas son "conversaciones" reales. Después de todo, ¿quién necesita charlar con un amigo cuando se puede hablar con un dispositivo que nada juzga ni opina?

Pero, ¿por qué tanta gente parece comprar esta idea? Tal vez es porque nos hemos hecho adictos a la comodidad; queremos respuestas rápidas y preferimos un intercambio superficial a una interacción humana cargada de matices. Esta perspectiva "conversacional" alimenta el deseo de inmediatez más que de conexión verdadera y consciente; esa que podría poner en riesgo la burbuja ideológica en la que muchos prefieren vivir.

En segundo lugar, se ha explotado el aspecto "conversacional" como un escape a las discusiones reales que deberíamos tener sobre cuestiones más serias. Se prefiere hablar con Alexa sobre la temperatura que discutir sobre las políticas que afectan nuestras comunidades. Así funciona la distracción política: entretenidos con la idea de que estamos teniendo una "conversación" nos olvidamos de mirar más allá y exigir rendición de cuentas.

La idea del "conversacional" también es una herramienta perfecta para promover la censura tecnológica sutil pero efectiva. Los algoritmos diseñados para facilitar estas "conversaciones" están configurados para evitar cualquier cosa que pueda ofender sensibilidades. Así es como se pinta todo de un color que agradará, o al menos no molestará, a las masas más sensibles. ¿Quién necesita una verdadera conversación cuando el software se encarga de dar respuestas políticamente correctas?

Las generaciones educadas tecnológicamente en esta mentalidad "conversacional" creen que estar en diálogo constante (aunque sea con una máquina) es sinónimos de inclusividad y progreso. Han evolucionado para aceptar las respuestas prediseñadas ofrecidas por estas inteligencias, convirtiendo la controversia natural de una conversación en algo monótono.

No olvidemos que, aunque el concepto de "conversacional" se ha catapultado en la última década, la raíz del problema se encuentra en una profunda debilidad humana: la pereza de interaccionar y debatir con los demás de manera rigurosa y comprometida. A esto se suma una indiferencia política facilitada por la misma tecnología que tantos alaban.

Mientras nos dejamos llevar por la marea "conversacional", la autenticidad en el diálogo humano se diluye. Ahora la moda es hablar contacto humano, pero con una inteligencia artificial preprogramada. ¿Es este el fin de una conversación de verdad y el inicio de una era de acuerdos vacíos?

Finalmente, dichos "intercambios" configuran la forma en que vivimos y pensamos. Se convierten en la corriente principal de la "nueva inteligencia" que, nada más superficial que esto, busca redefinir la forma en que nos comunicamos. Si no distinguimos entre una verdadera conversación y otro simple intercambio perdido en las redes de la tecnología, corremos el riesgo de permanecer en la oscuridad moderna, satisfechos pero no realizados.

Así que la próxima vez que encuentres a alguien discutiendo apasionadamente sobre cómo su nuevo dispositivo "conversacional" ha mejorado sus vidas, aumenta el volumen y cuestiona: ¿Estamos realmente hablando unos con otros, o simplemente estamos por fin aquietando las voces disidentes que tanto incomodan?