¿Quién necesita superhéroes con capas cuando tienes las bestias de acero como la Clase 131 y 137 de G&SWR 4-4-0? En el ajetreado siglo XIX, cuando Reino Unido estaba escribiendo el guion del imperio industrial, estas locomotoras eran las estrellas del espectáculo. Diseñadas por el astuto Patrick Stirling en 1876 y operadas por el Glasgow and South Western Railway, estas máquinas se destacaron en Escocia al combinar poder y precisión para dominar las vías.
Ahora bien, ¿por qué importarían estas locomotoras en la era de las descafeinadas bicicletas eléctricas? Porque representan un símbolo del verdadero progreso. No hay glamour ecológico ni nos preocupábamos del CO2; estas obras maestras recorrían el paisaje escocés desafiando las inclemencias del tiempo y llevando mercancías e historia a cada estación que cruzaban.
Los liberales podrían quejarse del humo y el carbón, pero en realidad, estas locomotoras fueron las que encendieron la chispa del crecimiento industrial. Fueron un puente entre ciudades aisladas, conectando personas y economías. Si quieres hablar de motores que realmente cambiaron el mundo, deja que las máquinas hablen. El rugido de la Clase 131 y 137 es más que nostálgico, es un recordatorio de que el verdadero progreso no tiene sustituto.