¡Atención amantes de la naturaleza y políticos despistados! La Circanota simplex, esa polilla que no te cuentas en las tertulias de verano, es parte de nuestra fauna sin mucha fanfarria. Descubierta por Francis Walker en 1856, tiene su pequeño mundo en los bosques del maravilloso Chile. Esta especie lejana a las grandes ciudades sale a la luz en modestos círculos científicos, pero claro, no esperemos que esté en las aulas de los ideológicamente sesgados. Los progres tal vez prefieran olvidar que la biodiversidad no funciona solo con pandas en peligro de extinción o abejas "de moda". Ah, la ironía: esta pequeña criatura ha revivido, una y otra vez, al margen de las preocupaciones humanas.
¿Por qué importa la Circanota simplex? Algunos dirán: "¡No importa! Sólo es una polilla." Punto. Pero eso es ignorar la trama compleja que teje la biodiversidad. Este pequeño insecto juega su papel en el ecosistema andino y ahí sí que no hay espacio para discursos grandilocuentes. Es un claro ejemplo de cómo nos estamos perdiendo la riqueza de lo local por centrarnos exclusivamente en problemáticas globales infladas por medios con intereses específicos.
Aquí viene el dato que perturbaría a nuestros amigos progresistas: en un mundo donde somos exhortados a salvar todo lo exótico, ignoramos lo que existe en nuestros patios traseros. ¿Por cuánto tiempo más vamos a seguir canalizando recursos a problemáticas confeccionadas desde despachos lejanos mientras menospreciamos a nuestras humildes polillas chilenas?
El aspecto de esta polilla podría ser descrito, por los entendidos, como "sin complicaciones". De ahí deriva su nombre 'simplex'. Sin embargo, el minimalismo estético no implica insignificancia. Adaptada para sobrevivir en entornos templados, quizás no se compare con los colores vibrantes de mariposas en un documental de David Attenborough, pero se adapta complejamente al clima y estructuración de los bosques locales. ¿Lucharemos por estos pequeños héroes mudos que sostienen partes del rompecabezas ambiental en nuestras montañas? Tal vez no haga falta un hashtag para apreciar la naturaleza doméstica, pero si lo precisáramos "#SimplesYFuertes" suena sencillo y efectivo.
¿Cuándo fue la última vez que miramos a la Circanota simplex, o a cualquier componente de la biota tradicional, con el respeto que merece? Nos hemos vuelto adeptos a lo dramáticamente complejo y olvidamos que lo simple también es digno de armar una plataforma. ¿Sabíamos siquiera dónde habitaba esta criatura antes de este blog? Pensemos en esto en nuestros próximos debates sobre quién merece más atención política: el vecino vestido de polilla o alguno importado para las noticias del día.
Además, es importante recordar que la supervivencia de especies como la Circanota simplex se mantiene amenazada por la intervención humana a pequeña escala, algo que tantas veces escapa de los debates sobre cambio climático. Claro, se habla largo y tendido de polución y deforestación, pero ¿y el equilibrio de lo micro? A eso no se le presta atención simplemente porque no encaja en historias de damnificados históricos ni de heroicas y cíclicas proezas verdes televisadas.
Este pequeño avión nocturno chileno no tiene las alas pintadas románticamente, pero veamos quién viene al rescate cuando la comida empieza a escasear en el reino vegetal por la falta de polinizadores anónimos no deliberados. Meterse con el 'estatus quo' no sirve cuando hay problemas cotidianos que no se resuelven llamando a Greta para que nos dé un nombre con trendy appeal.
Francis Walker, un entomólogo que hoy podría haber sido considerado "demasiado blanco, demasiado antiguo" para las normas contemporáneas, legó descubrimientos como los de la nuestra querida polilla. Recientemente se ha logrado documentar mejor su hábitat y su ciclo de vida, algo que las generaciones futuras agradecerán en voz baja, aunque no lo anuncien en ninguna manifestación.
Este pequeño canto a favor de la Circanota simplex debería servirnos de recordatorio de que el respeto y la curiosidad por nuestro ambiente local puede enseñarnos más sobre nosotros mismos y el mundo natural de lo que los ideólogos quieren que creamos. Lamentablemente, la simpleza no rinde réditos publicitarios, pero rinde dividendos naturales al mantener nuestra supervivencia. Encaminémonos a redescubrir lo sencillo y dar a naturales joyas como la Circanota simplex el lugar y la protección que se merecen.