Chicos del Error: La Fantasía Progresista de la Infancia Perdida

Chicos del Error: La Fantasía Progresista de la Infancia Perdida

Chicos del Error son jóvenes activistas que promueven utopías sin fundamento. Surgidos en campus universitarios liberales, sus ideas fallan al ignorar leyes básicas de economía y libertad individual.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

La propaganda tiene un nuevo nombre: Chicos del Error. ¿Quiénes son estos chicos? Son jóvenes que, en lugar de encontrar soluciones reales a los problemas del mundo, eligen agitar pancartas y soñar con utopías imposibles. Originados en algunos de los campus universitarios más liberales de América Latina y España, estos chicos han ganado popularidad por sus ruidosas manifestaciones y apasionadas pero vacías promesas de cambio.

¿Qué hacen los 'Chicos del Error'? Se agrupan bajo coloridos emblemas, organizan huelgas y gritan consignas que suenan bien, pero que pocas veces resisten un análisis. Estos apasionados activistas surgen en medio de un entorno educativo que les ha dado voz, pero pocas herramientas para el pensamiento crítico. ¿Cuándo comenzaron su cruzada? En la última década, sus números han crecido en proporción directa a la cantidad de publicaciones sensacionalistas y a la influencia de las redes sociales.

¿Por qué 'Chicos del Error'? Porque sus propuestas están cargadas de errores fundamentales: creen en un mundo donde la justicia es impuesta por decretos gubernamentales, y la economía puede ignorar las reglas más básicas del mercado. Les encanta promover la teoría de la redistribución sin entender que la riqueza primero debe ser creada antes de ser repartida. Sus encuentros son más una obra teatral que una discusión seria.

Primero, está su adoración por el activismo climático. Los 'Chicos del Error' toman la crisis climática y la convierten en un espectáculo. No se preocupan por el impacto económico que las políticas climáticas radicales tendrán sobre aquellos que luchan por llegar a fin de mes. Para ellos, es más importante verse como héroes verdes. Simplifican el debate, ignorando la evidencia científica cuando no se ajusta a su narrativa.

Segundo, está su idea distorsionada sobre la economía. Promueven la justicia económica como si repartir riqueza fuese tan simple como repartir caramelos en la escuela. No comprenden que los empresarios no son villanos multimillonarios, sino los creadores de empleo que impulsan el progreso. Tratan las leyes del mercado con desprecio, creyendo que el Estado siempre tiene la solución perfecta.

Tercero, su visión equivocada de la justicia social. Los 'Chicos del Error' creen en una igualdad absoluta, una utopía donde todos tienen los mismos resultados sin importar el esfuerzo individual. No se detienen a pensar en las consecuencias de una sociedad donde el mérito y el trabajo duro no son recompensados. Prefieren entonar cánticos de igualdad sin fin en lugar de celebrar la diversidad de talentos y esfuerzos.

Cuarto, su malinterpretación sobre la libertad de expresión. Para estos chicos, el discurso debe ser vigilado y censurado si no se alinea con su visión del mundo. La ironía es que, mientras exigen libertad para sus voces, buscan silenciar a aquellos que piensan diferente, cegados por su propio dogmatismo.

Quinto, la paradoja de su lucha por la democracia. Aplauden modelos autoritarios cuando sirven sus intereses. Su definición de democracia es inclusiva solo cuando sus ideas prevalecen. Los 'Chicos del Error' ignoran el hecho de que una auténtica democracia implica escuchar todas las voces, no solo las suyas.

Sexto, la obsesión por el cambio sin considerar sus consecuencias. Creen que la mera intención de mejorar el mundo es suficiente, sin importar los efectos colaterales perjudiciales de sus acciones. No piensan en el coste real que las políticas mal planificadas pueden tener para la sociedad en su conjunto.

Séptimo, su carencia de lógica en las políticas de identidad. Buscan dividir y etiquetar a las personas en lugar de unirlas. Olvidan que los individuos no son meros conjuntos de identidades categorizadas, sino seres únicos con experiencias y aspiraciones propias.

Octavo, el espejismo de la educación gratuita y universal. Defienden una educación sin costes sin preguntarse cómo financiarla. Rechazan el hecho de que la calidad debería prevalecer sobre la cantidad, y que las alianzas público-privadas pueden ofrecer soluciones más efectivas que el puro control estatal.

Noveno, su rechazo a la historia como maestra. Desechan las lecciones del pasado, prefiriendo comenzar desde cero como si todo lo anterior estuviera equivocado. No entienden que para avanzar, debemos aprender de nuestros errores, no ignorarlos.

Décimo, el mito de que los 'Chicos del Error' son la voz de toda una generación. En realidad, son solo una fracción, financiados a menudo por intereses que buscan manipularlos para sus propios fines. Su representatividad es limitada, aunque hacen mucho ruido.

Los 'Chicos del Error' continúan embriagados con su búsqueda de una justicia ilusoria, ignorando que la libertad y la responsabilidad personal son la única manera verdadera de formar una sociedad próspera.