¿Qué está pasando con la juventud actual? En los últimos años, hemos sido testigos de la llamada "Cancelación de Generación". Esto se refiere al fenómeno donde la juventud, la llamada Generación Z, parece estar siempre a la caza de aquellas figuras públicas que no se alineen perfectamente con su visión del mundo. Este comportamiento, que se originó principalmente en Estados Unidos y se ha expandido globalmente, es la herramienta moderna para desterrar a cualquiera que perturbe su burbuja. La plataforma favorita para aplicar esta cancelación es, cómo no, las redes sociales, donde las leyes de la ofensa instantánea y los juicios inmediatos gobiernan sin clemencia.
Caza de brujas moderna: La cancelación es el mecanismo del puritanismo moderno. Al igual que las cacerías de brujas en Salem, se basa más en la histeria colectiva que en los hechos. Cualquiera, desde celebridades hasta individuos comunes, puede ser su próximo objetivo si osa desafiar la narrativa. Vivimos en una realidad donde el matiz y el contexto se sacrifican en el altar de la indignación fabricada.
Monopolio del lenguaje: La retórica de la cancelación también ha resultado en un control del lenguaje. Como el clásico "1984" de Orwell, los guardianes de la corrección política determinan cuál terminología es aceptable y cuál merece inquisición. Su lema parece ser: "cambiar las palabras, cambia el significado". Sin embargo, esta táctica no solo empobrece la conversación pública, sino que también limita el pensamiento individual.
Intolerancia disfrazada de tolerancia: Lo más irónico de la Cancelación de Generación es cómo la tolerancia es usada como una excusa para ser sumamente intolerante. Todo el que se atreva a disentir con la narrativa establecida es etiquetado y ridiculizado, creando una atmósfera asfixiante que impide la auténtica diversidad de opiniones.
Cultura de la victimización: Es preocupante cómo la victimización se ha convertido en moneda corriente entre los jóvenes. Bajo esta lógica, ser ofendido es una insignia de honor y experimentada ofensa es una táctica para apoderarse del espacio público. Lo que se pierde en el camino es la capacidad de diálogo y comprensión, fundamentales para la convivencia social.
Zealotismo digital: La vigilancia digital intensificada por fervorosos mileniales y adolescentes alcanza niveles absurdos. Un tuit de hace una década, que podría haberse considerado humorístico en su momento, ahora es suficiente para arruinar carreras y reputaciones. Aquí, el contexto ha muerto, o peor aún, nunca existió.
Debilitamiento del espíritu crítico: Mientras invocan las palabras "justicia social", los que abogan por la cancelación parecen haber perdido el sentido del verdadero espíritu crítico. Prefieren el linchamiento público a involucrarse en discusiones significativas y profundas. Acaban ahogando cualquier esperanza de auténtico aprendizaje y progreso.
El miedo como control social: Vivimos en una época donde el miedo al ostracismo social dirige el comportamiento de muchas personas. Ideas frescas y originales son sacrificadas en el altar de lo políticamente correcto, y poco a poco, el bastión de la innovación se ve invadido por el conformismo.
Mentira de cambiar el mundo: Aunque crecen proclamando que buscan un mundo mejor, esta generación parece más preocupada por obtener control que por causar un impacto positivo real. Son como un lobo con piel de cordero que persigue la supremacía moral sin consideraciones de las consecuencias.
Filosofía de la moda: Esta forma de activismo es más una moda que un compromiso genuino. Surge el día en que comparten memes en Instagram y queda en el olvido tan rápidamente como llegaron las actualizaciones de su streaming favorito. El activismo se deteriora, perdiendo el verdadero sentido de lucha y resistencia.
Dominio de las redes sociales: Las plataformas digitales, al multiplicar exponencialmente las voces irracionales, amplifican la cancelación y sus consecuencias. Se convierten en el brazo ejecutor de esta justicia social malentendida, donde ni la verdad ni la comprensión importan, solo prevalece la indignación sin fin.
La Cancelación de Generación ha traído consigo un nuevo orden social y no uno necesariamente mejor. A medida que esta tendencia crece, es indispensable que reflexionemos sobre qué tipo de sociedad estamos construyendo. Quienes perpetúan este fenómeno, en su intento de reprimir lo que consideran inaceptable, corren el riesgo de formar generaciones incapaces de defender sus propias ideas o de debatir con respeto y lógica.