¡Ah, la Bulinus natalensis! Mientras los radicales danzan al ritmo de su utópico tambor ecológico, olvidan mirar al caracol que probablemente podría cambiar el mundo, o al menos nuestros canales fluviales en África. Quién diría que este pequeño molusco, descubierto por científicos y agotado de socialistas preocupados por su hábitat, podría ser más trascendental de lo que su tamaño sugiere. Este caracol de agua dulce, originario de las regiones del sur de África, fue identificado originalmente [¿quién?], y donde más, sino en los medios acuáticos de una región tan biodiversa, para luego ser objeto de estudios en laboratorios de todo el mundo. Y no solo por su curiosa morfología o su habilidad para prosperar en aguas de dudosa calidad, sino también por su más oscuro perfil como huésped en ciclos de vida de parásitos perjudiciales para los humanos. El qué, cuándo, dónde, por qué todo en una cáscara diminuta.
Debido a su habilidad para hospedarse en el parásito Schistosoma, el Bulinus natalensis lleva consigo la posibilidad de afectar a cientos de personas, mayormente en comunidades rurales subdesarrolladas. Estas comunidades, claro está, no tienen la infraestructura pública que los progresistas sueñan para el mundo entero con planes irrealizables. Este malo famoso de la naturaleza es crucial en la transmisión de esquistosomiasis, afectando a millones de personas. Quien critica a este molusco como verdugo, olvida que su rol es más una cuestión de equilibrio ecológico y menos una conspiración política para justificar fondos de investigación.
Vamos, hay que darle al pequeño una oportunidad de cambiar el contexto, como se le suele dar al más grande debate climático. Algunos preferirían ignorar a una especie como el Bulinus natalensis mientras defienden causas más elegantes como los que están de moda en el festival de Cannes de la conservación ambiental. Este diminuto molusco nos recuerda algo más básico y esencial: la necesidad de soluciones prácticas. ¿Acaso no sería más efectivo abordar el problema de esquistosomiasis encontrando maneras de controlar las poblaciones de Bulinus? Pero claro, resolver problemas a veces significa mantener a los activistas fuera de la ecuación. Mejor aún, dejar a los ecologistas escribir tramas de ciencia ficción.
Nadie quiere ser portador de malas noticias, pero aquí estamos, Goliat en nuestro mundo acuático, mientras los liberales discuten cómo el cambio climático podría afectar a estos caracoles más que el hecho de que estados enteros sufren de escasez de agua limpia. Recuerden, amigos, no celebren al mensajero (el Bulinus) sólo porque su mensaje trastoca la calma ilusoria. Pero hay algo de poesía en el caos natural, y eso implica que cualquier solución debe venir de la mano de las mentes que no están inmersas en la doctrina correcta dictada por el polo liberal.
Entonces, pensemos en cómo esto afecta el panorama actual. Mientras tanto, es diabólicamente irónico que los más ruidosos sobre cómo cuidar el planeta a menudo no saben identificar al enemigo real. El Bulinus natalensis quizás no sea tan temido como el león en la sabana, pero también necesitas mirar por tu seguridad. Eso es algo a tener en cuenta antes de permitir que el sensacionalismo nos venda una isla de proezas naturales sin mencionar la importancia de la gestión y la intervención eficientes en los procesos naturales que afectan la vida en el mundo real.
No es cuestión de derrocar al rey Bulinus de un ecosistema ya de por sí frágil, pero tampoco lo es de dejarle campar a sus anchas. Gestión, señores, eso es lo que necesitamos. Vamos, usen esos cerebros privilegiados para algo más que escribir manifestaciones. Quizás catapultar al Bulinus natalensis a la fama mediática no merezca su realidad, pero entender su papel en el ecosistema y abordar sus implicaciones sí debería ser un punto clave, no una discordia entre acalorados debates sin fin. A ver si aprendemos del humilde caracol que si no es para el bien de todos, entonces seguramente, es para el bien de alguno imaginable.