¡Vaya manera de empezar el año! El brote de mpox, una enfermedad anteriormente considerada rara, decidió hacer una entrada triunfal en el Reino Unido durante 2022 y 2023, obligando a todos a prestarle la atención que merece. Este fenómeno no es solo una cuestión de salud; es un evento que ha puesto de relieve las falencias del sistema de salud pública, y dudó que las soluciones de siempre vayan a resolverlo. ¿Cómo llegamos aquí, qué significa para el futuro, y por qué nadie se responsabiliza adecuadamente?
El Reino Unido fue sacudido por este brote de mpox, conocido también como viruela del mono, entre 2022 y 2023. Miles de ciudadanos se vieron afectados por un virus que muchos consideraban poco preocupante fuera de algunas regiones de África. Pero aquí estamos, y los errores que han salido a la luz son impactantes. El brote surgió principalmente debido al contacto estrecho y ciertos comportamientos de viaje que nunca fueron regulados con firmeza. Pero, como siempre, la reacción fue lenta e insuficiente.
La gestión del brote, o más bien la falta de ella, dejó enseñanzas notables. ¿Qué logs podemos sacar de esta situación crítica que desafía las nociones tradicionales de cómo se debe enfrentar una crisis sanitaria? Primero, es fascinante ver cómo una enfermedad gestionada eficazmente durante décadas en África causa tal alboroto cuando cruza al hemisferio occidental. Es casi como si las realidades del mundo globalizado nos pegaran con una dosis de ironía, algo que no puedes escribir mejor si fueras un guionista de Hollywood.
Por supuesto, no podemos dejar de mencionar el fabuloso despliegue de burocracia que caracteriza al sistema de salud pública del Reino Unido, que necesitó más tiempo del debido en reconocer el brote. Este fenómeno de desprecio al síntoma se ha convertido en una rutina lamentable, reflejado en la tardanza de las autoridades para actuar. Antes querían más información, y cuando la información llegó, ya era demasiado tarde. Los funcionarios parecían más ocupados en rellenar papeles que en activar planes de contingencia o incluso comprensibles políticas de prevención.
No olvidemos cómo los medios de comunicación ayudaron o perjudicaron este tema. La histeria mediática ha demostrado ser tan infecciosa como la propia mpox. Mientras algunos medios buscaban asustar al público con titulares sensacionalistas, otros minimizaron el problema hasta el extremo de que parecía ser solo una moda pasajera. Para colmo, muchas veces la información que llegaba al público era imprecisa, sesgada o directamente errónea. En cualquier caso, el resultado fue una ciudadanía confundida y un pánico desmedido.
¿Por qué tantas líneas de acción, aparentemente simples, fueron ignoradas al abordar esta crisis? Tal vez porque exigir que la gente se responsabilice de sus acciones es impopular en esta época. Las campañas de vacunación tardaron en arrancar y en proporcionarse a quienes realmente las necesitaban. Curiosamente, las medidas preventivas que a menudo son promocionadas se diluyeron en directrices vagas que dejaron a muchos con más preguntas que respuestas.
Lo más intrigante es el silencio ensordecedor de ciertos sectores que usualmente son bastión de opinión frente a cualquier atisbo de problema. Quizás están muy ocupados tratando problemas que se ajustan más a su agenda. Al fin y al cabo, enfrentar una crisis sanitaria con la firmeza que requiere podría restar tiempo y recursos de otras prioridades, aquellas que garantizan más atención mediática.
Pero, en plena tradición británica de "seguir adelante", aquí estamos. La situación del mpox en el Reino Unido entre 2022 y 2023 nos ha dejado con lecciones importantes, pero la pregunta es si aprenderemos de ellas. En un escenario donde lo inmediato toma precedencia sobre lo importante, los errores recientes podrían repetirse. De lo que estamos seguros es que, si otra crisis de salud finalmente llega a nuestras puertas, no podremos darnos el lujo de actuar como si solamente se tratara de un problema ajeno.