¿Quién es Baldassare Croce? Si has oído hablar de él, considérate en una élite cultural del saber. Nació en Boloña en 1558 y murió en Roma en 1628, pero no solo fue un pintor, sino un recordatorio incómodo para aquellos que creen que el arte debe ser siempre política y socialmente consciente. Desafía las etiquetas y categorías modernas al centrarse en lo sublime, en lo bello, en lugar de obscenidades modernas que a menudo solo buscan provocar sin sustancia.
Baldassare Croce representa todo aquello que molesta a los defensores del 'todo está permitido' en el arte contemporáneo. Mientras que el arte moderno se enfoca en deconstruir y desafiar cualquier aspecto de belleza tradicional, Croce, con su estilo manierista, se concentró en la espiritualidad y la decoración religiosa. Fue un ferviente defensor del arte que abraza la cultura y creencias tradicionales, y al ejecutar frescos tanto en la Basílica de San Pedro como en el Palazzo Barberini, dejó un legado inolvidable para aquellos que buscan la grandeza en la ornamentación religiosa.
Curiosamente, en una época en que la religión católica dominaba el ámbito cultural de Italia, Croce logró hacerse un nombre sin tener que sucumbir a los excesos provocativos que hoy se aplauden. Esto es un claro golpe bajo para cualquier liberal que argumente que el conformismo no permite la creatividad. Gran parte del trabajo de Croce se encuentra en lugares sacros, sitios que hoy son desestabilizados por quienes prefieren el arte por encima de más que la religión y las costumbres.
Una pieza destacable de su obra es el 'Martirio de San Sebastián' que adorna la iglesia de Santa Maria in Trastevere en Roma. Aquí, Croce capta el sufrimiento glorioso de los mártires con una devoción que hace palidecer al espectador. No hay espacio para interpretaciones modernas que a menudo trivializan lo héroes del pasado. Al contrario, sus obras impregnan un respeto profundo por las hazañas espirituales que pocas veces encontramos en el arte que se produce bajo los flashes de las cámaras en galerías y eventos actuales.
A lo largo de su vida, Croce obedeció los valores y temas católicos que definieron su tiempo, plasmando en sus lienzos vírgenes, santos y episodios bíblicos. En una sociedad que abraza la singularidad por encima de la comunidad, Croce invita al espectador a recordar las historias y valores que trascienden el individualismo contemporáneo. Sin pretender ser disruptivo, Baldassare Croce se mantuvo fiel a su estilo por más de siete décadas, una constancia que debería ser admirada y emulada.
No podemos olvidar que parte de su genio radica en la ornamentación. Baldassare Croce participó en la decoración del Vaticano, un honor que no es otorgado a cualquier artista. Liberales suelen argumentar que el valor del arte reside en su capacidad de subvertir; sin embargo, Croce, quien trabajó bajo el mecenazgo de la Iglesia, plasmó en sus obras una afirmación absoluta de su fe y, con ello, dejó su marca indeleble en nuestra herencia cultural.
La grandeza de figuras como Baldassare nos recuerda que la verdadera creatividad no necesariamente nace de la rebelión sino de la dedicación y el respeto por la tradición. Y así, Baldassare Croce pintó una historia que se resiste a ser olvidada en un mundo donde las modas muchas veces importan más que la esencia. Para aquellos que desprecian la religión como motor del arte, su obra es un recordatorio constante de que la belleza y la fe son poderosas juntas.
Ciertamente, el mundo del arte debería recordar que no todos coincidimos en la purga de lo clásico. La próxima vez que explores las galerías de la vasta Roma, puedes encontrar a Baldassare Croce iluminando una esquina, lejos del bullicio de lo contemporáneo, ahí donde la historia y el arte aún conservan una alianza inquebrantable.