¡Quién hubiera pensado que un artículo sobre un baile típico del siglo XIX podría levantar tantas cejas en 2023! El Baile de los Elegantes de Darktown, una obra satírica creada por el humorista gráfico Thomas Worth en la década de 1880, tiene más relevancia hoy en día de lo que muchos quisieran aceptar. La litografía, parte de una serie publicada por Currier e Ives, representa una escena de baile de afroamericanos vestidos de manera elegante y con el estilo propio de la alta sociedad del momento. Se ha criticado hasta el extremo y se ha discutido hasta la saciedad, pero es más que un simple pedazo de la historia del arte.
En primer lugar, este baile es una representación irónica de las aspiraciones sociales en una era de exclusiones raciales e injusticias estructurales. Retrata a una comunidad negra que emula, o más bien satiriza, la elegancia europea a la que nunca podrían pertenecer socialmente. En un giro inesperado, ¿no hacemos lo mismo hoy? Mientras todo el mundo grita por "inclusividad" y "diversidad," todavía se crean círculos sociales a los que muchos no pueden y no podrán acceder jamás. ¡Qué ironía! Utilizar el Baile de los Elegantes de Darktown como una lente para examinar nuestra propia sociedad nos hace darnos cuenta de que nos hemos movido en círculos, repitiendo los mismos patrones de exclusión, disfrazados con nuevas etiquetas.
Luego, pensemos en cómo este trabajo artístico ha vivido a través del tiempo. Se creó en una época con interminables tensiones raciales y representa un tipo de parodia intrépida que sería censurada hoy como 'incorrecta'. ¿Cuántos actualmente pueden reírse de estas paradojas culturales sin temor a la etiqueta de "insensible"? Si miramos el mundo moderno, gran parte del entretenimiento, las películas y las series de televisión utilizan una sátira muy similar, colocando un espejo ante la audiencia. Sin embargo, no importa cuán sensato sea el reflejo; siempre habrá quienes, aferrados a sus causas, se ofendan en lugar de reír.
Pienso que la crítica de los que hoy se rasgan las vestiduras sobre el Baile de los Elegantes de Darktown refleja más sus propias inseguridades que una auténtica preocupación por la justicia social. En lugar de examinar la historia y aprender de ella, prefieren censurar y esconder cualquier representación que no se ajuste a la ecuación de su corrección política. Las universidades, los museos y las instituciones educativas retiran estas obras bajo la falsa premisa de evitar "traumas." Mientras tanto, los verdaderos problemas sociales permanecen sin resolver. ¿Es esta la solución? Muchos dirían que no, que es simplemente otro método para evitar confrontar los problemas reales.
Pensemos, también, en la oportunidad educativa que representan estas obras. ¿Qué mejor manera de comprender el pasado que explorando las producciones culturales de la época, incluso aquellas que incomodan? Escudarse detrás de una agenda de censura impide a generaciones jóvenes aprender y entender los contextos históricos por sí mismos. Bajo el manto de la "seguridad emocional," perdemos la capacidad de criticar de manera autónoma y sopesar las complejidades del pasado. Y entonces, cuando nos encontramos en la universidad, acercamos la historia de manera aséptica, desinfectada de todo lo incómodo, nos encontramos en riesgo de repetir la historia. La protección exagerada que muchos piden nos llevará a un lugar donde el humor, la crítica y la verdad se dejarán de lado.
En el contexto actual, con un pueblo más dividido que nunca por ideologías, el Baile de los Elegantes de Darktown podría encender el mismo tipo de diálogo crítico que originó hace más de un siglo, pero transformado para reflexionar sobre la humanidad de nuestros días. Hoy, el 'baile elegante' se extrapola en un mar de "realities," redes sociales y multitudes de "influencers" que ostentan sus lujos mientras el votante promedio lucha por llegar a fin de mes.
No cabe duda de que el Baile de los Elegantes de Darktown merece ser una parte del diálogo contemporáneo, por amarga que pueda ser para quienes desean ocultar cualquier muestra de nuestra historia menos que perfecta. Quizás hora de que la sociedad se atreva a mirar la historia de cara, aceptar sus defectos y usar estas obras como el catalizador para discusiones más profundas y honestas sobre lo que realmente significa ser una sociedad a la altura de nuestros ideales modernos.