¡Adivina qué pretende el Ayuntamiento de Whiteinch ahora!

¡Adivina qué pretende el Ayuntamiento de Whiteinch ahora!

El Ayuntamiento de Whiteinch en Glasgow se embarca en una transformación urbana que redefine el concepto de renovación a pesar de sus controversias. Los planes futuristas chocan con el sentido común.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

¿Qué pasa cuando el Ayuntamiento de un pequeño distrito en Glasgow decide que tiene mejores cosas que hacer que simplemente administrar y servir? El Ayuntamiento de Whiteinch, señoras y señores, está a punto de convertirse en la nueva sensación. Según se informa, desde el año pasado, este modesto ayuntamiento en el corazón de Glasgow está llamando la atención por sus ambiciosos planes de renovación urbana, anunciados a principios de 2023. Urbano y moderno, el ayuntamiento tiene la misión de darle un cambio de imagen total a Whiteinch, pero a qué costo y para qué fin, es la pregunta del millón que nadie parece considerar.

Primero, los públicos. Sí, esos aparcamientos comunitarios gratuitos son cosa del pasado. En su lugar, tendremos genuinas "zonas verdes" que, aunque en teoría suenan encantadoras, en realidad ocupan más espacio para pasear perros que espacios de aparcamiento. Así que, querido lector, olvida estacionar cerca de casa si se va a implementar el esquema completo de "calles sin coches" que están tan de moda. ¿Y qué de bien común traerá esto? Nadie está muy seguro, pero el Ayuntamiento insiste en que es el futuro.

El segundo movimiento fue una propuesta para un sistema de carreteras de pedal, sí, carriles para patinetas y ciclovías de alta velocidad. Porque nada dice "movilidad sostenible" como obligar a todos a pedalear incluso bajo la lluvia escocesa. Sin embargo, lo último que escuché, parece que la población prefiere el autobús en un día lluvioso, pero eso no impidió que el Ayuntamiento avanzara con su visión idílica de San Francisco en pleno Glasgow. Una transformación eco-responsable respaldada con fondos públicos, claro está.

En tercer lugar, nuevas normativas sobre mejoras en la eficiencia energética de los edificios públicos y privados, implicando convertir las viejas estructuras tradicionales en algo acorde al siglo XXI, imitando el estilo minimalista que no hace más que homogenizar y borrar la rica historia arquitectónica del área. Además, qué mejor que despilfarrar un dineral del erario en convertir antiguos muros de ladrillo en modernas fachadas de aluminio, perfectas para que todos se cansen de la monotonía.

Cuarto en la lista: el propio centro comunitario de Whiteinch se convertirá en un faro de inclusión y digitalización. Porque claro, en vez de usarse para reuniones y eventos, ahora uno debe sacar cita para 'inmersión de Realidad Virtual' o hacer yoga a solas bajo la luz de una pantalla de LED. No demos importancia al hecho de que probablemente los servicios comunitarios no serían accesibles a aquellos que en realidad los necesitan si los dispositivos se convierten en un requisito previo.

Sin embargo, el quinto lugar toca los corazones: la iniciativa para plantar más árboles. En principio, plantar un árbol siempre suena bien y todo el mundo ama un ladrón de carbono natural, ¿verdad? Pero digamos, ¿qué pasa cuando tus preciosos jardines se convierten en un bosque denso que bloquea la luz del sol? Es un espectáculo ver al ayuntamiento empezar una "era verde" sin pensar que los desprendimientos de hojas afectarán a las canaletas y drenajes de toda la vida de Whiteinch.

Sexto, ¿quién podría olvidar el fenómeno de vender los recursos locales al mejor postor bajo la promesa de empleos? Un hotel boutique quizá, con spa incluido, llegando a reemplazar la histórica biblioteca del barrio. Afirmando ser impulsado por el turismo, pero claramente dirigiéndose a un selecto grupo de élite dispuesta a gastar. El incremento en las tarifas inmobiliarias no será culpable por miembros de la comunidad desplazados, claro.

A continuación, el séptimo golpe del Ayuntamiento: los conciertos al aire libre en el parque, como si viviéramos en una zona de verano eterno. Porque no hay nada mejor un cálido día de 10°C que disfrutar de una orquesta sinfónica, arriesgándote a la neumonía. Sin embargo, ellos insisten, la cultura debe ser apreciada pase lo que pase.

El octavo componente crítico: Tocando esa isla íntima de confort, donde la palabra "gentrificación" flota en el aire. Sin gran sorpresa, los comercios de toda la vida son reemplazados por una avalancha de cafeterías de la quinta ola y bistrós veganos que, por supuesto, contribuyen al nivel de autenticidad de la comunidad local que el Ayuntamiento menciona, al menos en letra pequeña.

Noveno, encaminamos hacia una nueva política de educación. La esperanza del Ayuntamiento es introducir programas educativos que promuevan el uso de tecnologías avanzadas desde la guardería. Porque, después de todo, ¿qué joven no se developa mejor manejando una tablet que jugando con bloques?

Finalmente, el punto número diez: la transparencia. El problema parece ser, que en algún lugar en medio de toda la renovación urbana, el Ayuntamiento olvidó comunicar todo claramente y obtener la retroalimentación de la comunidad. Pero, ¡quién necesita retroalimentación cuando tienes estadísticas y tecnócratas al mando!

Whiteinch está en una encrucijada donde la modernización and radicalización parecen la misma cosa. Está complicado encontrar el valor de estos esfuerzos sin considerar cómo afectarán el tejido social de la comunidad. Y yo me pregunto, como algunos deberían también: ¿dónde están aquellos liberales tan dispuestos a abrazar cada cambio para debatir los riesgos de esta utopía municipal desgastante?