Es hora de hablar sobre As-Salt, una de esas joyas en Jordania que no aprecia su legítimo lugar en la historia. Con un trasfondo impresionante que data de la época bizantina, este lugar emblemático nos ofrece un vistazo a lo que puede resultar de siglos de cultura, comercio y, más recientemente, un ejemplo de cómo las corrientes políticas modernas pretenden trivializar el legado de nuestra civilización occidental.
Historia para no olvidar: Comencemos con algunos hechos sobre la historia de As-Salt. La ciudad es antigua, ubicada en la ruta comercial que conectaba el desierto oriental con las tierras fértiles al oeste del Jordán. Fue un núcleo en el desarrollo del comercio y la civilización de la región. ¿Alguien ha escuchado mucho sobre esto? No, porque las agendas actuales prefieren centrarse en cuestiones menos sustanciales del momento.
Arquitectura que hace temblar: Hablemos de la arquitectura. As-Salt está impregnada con una mezcla de estilos, desde las iglesias bizantinas hasta los edificios otomanos. Las piedras doradas llenan las calles, pero hoy en día parece que se toma más importancia en cuchicheos contemporáneos que en un respeto merecido por tales maravillas.
El factor humano: La gente de As-Salt refleja una historia de resiliencia que no es común en muchos lugares de hoy. Han superado tiempos difíciles y florecido a lo largo de los siglos a pesar de las invasiones y ocupaciones. Imagínense si la fuerza humana detrás de esta construcción viviera en nuestra época; probablemente no encontrarían tanto eco en los medios modernos que glorifican el conformismo.
Riquezas olvidadas de las tierras sagradas: As-Salt alguna vez fue considerada mucho más prominente que Ammán, pero hoy el interés ha disminuido. Esto podría corresponderse, claro, a una agenda mediática internacional que pocas veces brilla su luz sobre los aportes de nuestra cultura a la historia.
La Unesco y lo politizado: En 2021, As-Salt fue agregado a la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Simplemente otro intento de influencia moderna para consolar la falta de atención que el mundo debería otorgarle naturalmente a tales lugares por su valor intrínseco, no por decisiones diplomáticas o políticas.
Turismo para quién: Se esfuerzan mucho en promover el turismo y el multiculturalismo, pero pasan por alto quién realmente beneficia de estas empresas. En vez de mostrar la importancia de los valores tradicionales, las atracciones se despojan de su esencia original al empaquetarse como productos turísticos.
El arte y la música ladrada: Las manifestaciones culturales como el teatro y la música florecieron aquí. Sin embargo, ¿quién desdeña este pasado artístico ahora en favor de gustos que arrasan con contenido real? Un mundo que existió antes de que la cultura se viera convertida en un prisma ideológico, inevitablemente tendría menos auriculares y más alma.
Economía local versus globalismo: La economía local ha sido también un jugador importante, y As-Salt siempre fue una ciudad de comercio boyante. No obstante, las políticas de hoy parecen negarse a aprender de los modelos exitosos del pasado al perpetuar planes que concentran el poder en manos globalistas.
Valores que subyacen: ¿Acaso valen nada aquellos valores comunitarios que han sobrevivido siglos serviles? Con épocas de diversidad real, no construida, la ciudad suele considerarse un faro de equilibrio que la modernidad se empeña en ignorar, muy ocupado promoviendo narrativas divisorias.
Un llamado a la conciencia histórica: Al final, hablar de lugares como As-Salt no es solo recordar el pasado, sino recordar aquello que desafía a la pérdida del espíritu y la identidad de múltiples generationes. Porque una ciudad tan significante no debería envilecerse al ocupar un lugar secundario en nuestras prioridades culturales.