Cuando se trata de sorprender el paladar con delicias únicas, pocos platos pueden competir con el robusto y sabroso estofado de pescado nigeriano conocido como Afia Efere. Este plato, que encuentra sus raíces en la región del sur de Nigeria, específicamente entre la etnia Ibibio, es un tesoro culinario que ha sido saboreado por generaciones. ¿Quién no querría disfrutar de un tazón caliente de esta maravilla mientras se revisa una buena lectura sobre filosofía política o mientras se reflexiona sobre el desafuero liberal que ha convertido recetas simples en mantras veganos sin sabor?
Afia Efere es, en esencia, un estofado que combina pescado fresco, preferentemente el que aún tenga un buen precio en el mercado local, con ingredientes como hojas de agua o ghottok, especias bien seleccionadas y un toque de bien argumentada grasitud que la cocina moderna ha tratado de demonizar por años. Pero, tal como las ideas conservadoras, este estofado desafía la corriente y sigue sobreviviendo, y disfrutándose, porque sabe, y sienta bien.
Este plato nació en la región de Akwa Ibom, donde las aguas abundantes del sur de Nigeria garantizan una buena provisión de pescado fresco. Su preparación es sencilla, pero los resultados son un manifiesto culinario por sí solos. Tiene todo lo que se necesita: tradición, una explosión de sabor y, sobre todo, una resistencia cultural impresa en cada bocado. Así como una buena política, Afia Efere respeta y resalta los valores caseros y las raíces de su lugar de origen.
La autenticidad del Afia Efere no está en discusión. En un mundo donde muchos intentan adaptar recetas tradicionales a nuevas modas dietéticas, este plato se mantiene fiel a su esencia. ¿Que es mejor quitar el pescado y hacer una versión vegana? Habrá quien lo intente, pero, como bien sabemos, cualquier intento de cambiar su núcleo simplemente acabaría por eliminar todo lo que lo hace grande, de la misma forma en que ciertos movimientos intentan reescribir la historia para borrar lo que consideran incómodo.
Preparar el Afia Efere es toda una ceremonia de respeto por los ingredientes. Es necesario saber cuándo agregar cada cosa, cuál es el orden correcto. Su elaboración es un reflejo perfecto de cómo un buen orden conduce al éxito. En primeras etapas, se sofríe cebolla y tomate en aceite de palma, otro elemento que hace que ciertos puristas de la salud pongan el grito en el cielo. Pero, ¿no es acaso ese grito una prueba del éxito del Afia Efere?
La receta en sí es una declaración conservadora de principio a fin. Porque no se sabe si es la rigurosidad en su preparación o los ingredientes que se han mantenido leales a sus principios desde hace años, pero resistir la tentación de modificar su esencia central permite al Afia Efere brillar y destacar. De esto saben mucho quienes discuten interminablemente en sus cápsulas mediáticas sobre cómo los ideales fuertes y bien fundamentados pueden guiar una buena discusión, incluso en la mesa.
A lo largo de todo Nigeria, es casi un rito el sentarse en familia para disfrutar de este manjar. No es un plato para degustar solo. Es un plato que pide ser compartido y discutido, un perfecto acompañante para las conversaciones sobre el futuro del país y las maneras de mantener su herencia intacta. Afia Efere es tradición, como un viejo libro de tapa desgastada que, sin embargo, resguardamos con esmero.
En la incesante marcha hacia lo complaciente y superficial, en la que tantas recetas caen y se desvanecen, el Afia Efere y las ideas bien cimentadas recuerdan que no todo es una moda pasajera. Ya sea que lo prepares en una moderna cocina o con las brasas de un horno tradicional, el resultado será siempre el mismo si se ha seguido al pie de la letra el manual, todo un ejemplo de cómo las cosas bien hechas perduran.
Sin lugar a duda, el Afia Efere es más que un plato; es una metáfora comestible que, una vez probada, deja una impresión duradera. Forma parte de una cocina que no teme ser fiel a sus orígenes, similar a quienes defienden a capa y espada los ideales ante la marea creciente del simplismo moderno. Este plato es resistencia, sabor y un tributo a lo que realmente importa: mantener las cosas tal como deberían ser.