Acero, Aluminio y el Chiste de la Sostenibilidad

Acero, Aluminio y el Chiste de la Sostenibilidad

Imagínate todo un teatro de políticos discutiendo sobre acero sustentable. Suena como una broma, ¿verdad? El "Acuerdo Global sobre Acero y Aluminio Sostenibles" es un intento internacional de la Unión Europea y Estados Unidos para etiquetar estos metales como ecológicos.

Vince Vanguard

Vince Vanguard

Imagínate todo un teatro de políticos discutiendo sobre acero sustentable. Suena como una broma, ¿verdad? El "Acuerdo Global sobre Acero y Aluminio Sostenibles" es un intento internacional de la Unión Europea y Estados Unidos, desde octubre de 2021, para etiquetar estos metales como ecológicos. Sí, has leído bien. Y se espera que empiece a regir a finales del próximo año. La idea es alinear la producción global con estándares que supuestamente reducirán las emisiones de carbono y harán que la industria sea más sostenible. Pero siendo honestos, toda esta fanfarronería sobre sostenibilidad sólo encarece la producción y pone a demasiada gente en la fila del desempleo. La motivación detrás de este acuerdo no es otra que apaciguar conciencias, pretendiendo que las promesas de acero limpio compiten con las realidades económicas de escasez de empleo y aumentos de precios.

Por si te confundiste, no es que de repente el acero y el aluminio vayan a ser plásticos biodegradables. Hablan de aumentar la eficiencia energética y mejorar las 'mejores prácticas'. Una etiqueta casi poética para esconder el hecho de que muchos países simplemente no pueden ni cumplir con tales normas por sus propios recursos limitados. Y aquí va la primera gran revelación: EEUU y la UE creen que imponer estas reglas va a forzar al resto del mundo a alinearse. Pero lo que de verdad significa es que los costos de producción suben, la competitividad baja y los consumidores terminan pagando más. Todo en nombre de salvar al planeta, por supuesto.

Otro punto interesante: China, con su vasta producción de acero y aluminio, no ha sido precisamente quien más aplaude este acuerdo. ¿Quién lo diría? Algunas de las políticas más duras del planeta surgen de esa esquina, y sin embargo, el control ambiental y las "mejores prácticas" son conceptos secundarios en su agenda. Claro, es que cuando se habla de mantener su economía a flote, toda la superficialidad verde queda en segundo plano.

Mientras tanto, las plantas manufactureras europeas y estadounidenses tienen que hacer malabares para cumplir con las nuevas regulaciones si quieren seguir comerciando rica y libremente en el club de los "metales sostenibles". Por supuesto, esto sería muchísimo más fácil de soportar si no hubiese inflación y exceso de regulaciones en tantas otras industrias.

A mucha de esta gente le encanta colgarse medallitas de auto-satisfacción ecológica como si aplaudir estuviera realmente cubriendo el verdadero impacto sobre los empleos de las comunidades locales. Los mandamases del acuerdo insisten en que todo es por nuestro bien común, como si afectar negativamente al empleo y a las pequeñas empresas fuese solo una molestia pasajera.

Hablando de política y principios, no podemos ignorar que todo este desbarajuste se ha generado únicamente para que estos países puedan mantener un esquema donde algunos productores se benefician artificialmente. Los liberales suelen ser bastante apasionados en sus discursos, prometen el cielo y las estrellas sin cuidar demasiado las implicaciones económicas y sociales.

Este pacto inevitablemente induce a los consumidores a gastar más. Cuanto más verde, más caro, al menos esa parece ser la lógica cuando el gobierno mete la mano. Sin embargo, todos esos expertos que negocian en lujosas salas de conferencias no tienen que preocuparse por el abultado recibo de luz o por cómo hacer las cosas eficientes de verdad. No, para ellos, imponer regulaciones tras regulaciones es simplemente una cuestión de trámite.

Y así, hay mucho en juego. Más allá de las palabras vacías, la implementación de este acuerdo podría causar un efecto dominó de efectos negativos sobre aquellos que realmente son la columna vertebral de estas industrias. Toda esta pompa verde es un recordatorio de que hay una diferencia abismal entre las narrativas políticas y las realidades industriales. Cualquier trabajador o pequeño empresario lo sabría de primera mano.

Por lo tanto, en el mundo real de planta y fábrica, todos estos discursos ambientaleselectrificantes no cambian el hecho de que los metales no se vuelven sostenibles de la noche a la mañana. Las promesas de ver el mejor acero y aluminio en carritos de supermercado más ecológicos son eso, promesas. Así que la próxima vez que los escuches hablar de carbono neutro en tus materiales básicos, pregúntate a quién beneficia realmente este acuerdo.