Bienvenidos a un rincón educativo donde la tradición y la fe son protagonistas en los tiempos modernos; esta es la Academia Bendito Carlo Acutis en la ciudad de México, un baluarte para aquellos que creen que los principios católicos son los pilares que sostienen la moral y el orden. Fundada en el año 2020, esta institución junto con su peculiar modelo de colaboración con la Iglesia de Inglaterra, ha demostrado ser un refugio educativo para las familias que rechazan las insidias liberales en la educación contemporánea.
¿Quién podría imaginar que en pleno siglo XXI aún se levantarían instituciones que defienden valores clásicos y conservadores con tal vigor? La Academia Bendito Carlo Acutis es justamente eso, un santuario educativo que no se ha dejado seducir por las teorías modernas desvinculadas de nuestra rica herencia cultural y religiosa. En una era dominada por el desorden, esta academia ofrece un currículo firme, basado en los principios inmutables de la fe católica, a la vez que explora un diálogo abierto con la Iglesia de Inglaterra. ¡Oh, la ironía! Mientras el mundo abraza tantos cambios inestables, aquí se celebra lo eterno.
¿Por qué una colaboración con la Iglesia de Inglaterra, podría preguntar alguno desconcertado? La respuesta yace, curiosamente, en un deseo compartido de fortalecer la enseñanza de valores comunes en tiempos en que todo se cuestiona. Ambos cuerpos religiosos, con sus diferencias, han encontrado un terreno común en la búsqueda de una educación que inspire a los estudiantes a no solo conocer el mundo moderno, sino también a entender de dónde vienen sus raíces espirituales.
En el currículo de la academia, se enseña que no todo está sujeto a interpretaciones fugaces. Las matemáticas son precisas, la historia tiene héroes por recordar, y la poesía tiene un alma que no se diluye en futilidad. Se alienta el estudio de figuras heroicas como Carlo Acutis, el joven beato que convirtió el internet en herramienta de evangelio, mostrando con su corta vida la importancia de que lo digital no sea un escape de la fe, sino una extensión de ésta.
La metodología educativa aplicada aquí es todo menos "innovadora" según las tendencias del día. Los estudiantes no son vistos como clientes cuyos caprichos deben cumplirse para asegurar un futuro brillante sin esfuerzo. Se les enseña a trabajar duro, a respetar la autoridad divina y humana, y a comprender que los derechos vienen con responsabilidades, un concepto quizás olvidado por muchos de nuestra era. Respetar el saber tradicional, con clases de latín incluidas, forma parte del día a día.
Además, en tiempos cuando la autonomía moral es puesta en un pedestal, Bendito Carlo Acutis Foster proporciona un enfoque balanceado: la libertad debe venir acompañada de la sabiduría para discernir lo correcto de lo erróneo. A diferencia de aquellos que aplauden la confusión moral, aquí se proponen respuestas claras, afincadas en la doctrina, sobre las preguntas fundamentales que han inquietado a la humanidad por siglos.
En un mundo donde las ideologías cambian más rápido que las estaciones, la academia se alza como un bastión contra la marea. La participación con la Iglesia de Inglaterra enriquece este enfoque, brindando una dimensión ecuménica sin comprometer la integridad de ninguna enseñanza católica. Al contrario, en lugar de contribuir al relativismo, refuerza una causa más grande que se enorgullece de su herencia.
Algunos quizá no comprendan por qué la academia no se deja llevar por las corrientes populares del progresismo. Es fácil ceder a las presiones de los tiempos, pero esta institución sostiene que debe haber una resistencia a la corriente, protección de las verdades universales que definen lo justo. Y al mirar los logros de sus estudiantes, que salen armados no solo con conocimiento sino también con una brújula moral intacta, parece que están en lo correcto.
Para muchos, puede parecer que esta academia es un refugio anacrónico, alejado de los problemas "reales" de la vida. Sin embargo, al centrarse en formar personas con carácter y convicciones sólidas, prepara no solo para los desafíos académicos, sino para la vida en su totalidad. En verdad, no se puede subestimar el poder de una educación que se niega a comprometer sus principios.
"Libertad sin responsabilidad es la mayor herejía," rezan sus pasillos, recordando que nada que valga la pena viene sin sus propios sacrificios y costumbres. Esta escuela encarna el deseo de una educación con propósito, donde los jóvenes no solo buscan el éxito personal, sino que están listos para contribuir a un mundo mejor fundamentado en la justicia.