¿1043? Sí, has leído bien, 1043, como el número de motivos para amar la tradición. Mientras otros corren a abrazar cualquier novedad, nosotros mantenemos lo que funciona. Ahora, ¿qué representa este número? No es más que una metáfora para recordar las veces que nuestros valores han demostrado su vigencia. Ya es hora de hablar de lo que realmente importa: lo que ha sostenido a las sociedades a través de los tiempos.
¿Quién? Nosotros, los que preferimos aprender de la historia antes que repetir sus errores. ¿Qué? Mantenemos lo que nos hace sólidos y anclamos nuestras creencias en valores históricos. ¿Cuándo? En un mundo en transformación, la tradición nunca pasa de moda. ¿Dónde? En cada rincón donde se aprecia la herencia cultural. ¿Por qué? Porque las modas pasan, pero lo sólido permanece.
Primero, piensen en el poder de la familia. Ligada directamente al conservadurismo, es el núcleo de la sociedad. Las familias fuertes han sido el pilar de las civilizaciones exitosas a lo largo de la historia. Cualquiera que quiera destruir este núcleo, sencillamente está privando a la sociedad de estabilidad y amor, y todos sabemos quiénes suelen levantar la guadaña en estas batallas ideológicas.
En segundo lugar, la importancia de la religión. Aunque muchos intenten quitarla de los espacios públicos, la fe ha sido un refugio para millones. Uno no puede negar la fortaleza y la guía moral que derivan de los valores religiosos. ¿Qué sería del mundo sin los principios cristalinos que nos han legado nuestras doctrinas?
Tercero, la libertad económica. En lugar de depender del estado para cada necesidad, defendemos el libre mercado que da espacio para la innovación, competencia y progreso personal. Cinismo es pensar que haríamos más bien acogiendo pesadas cargas fiscales que inhiben el crecimiento y castiguen el éxito.
Cuarto, el respeto a las leyes y el orden. En una sociedad que valoriza sus normas, encontramos seguridad. Sin ellas, se entronizan el caos y la anarquía. Solo piensa en las comunidades más seguras y prósperas del mundo; todas se basan en seguir las reglas. Aquí, no hay espacio para concordancias que alteren nuestra estructura social.
Quinto, la importancia de una educación sin sesgos. Esencial para el desarrollo individual y el bienestar social, pero debe estar basada en hechos reales, no perspectivas revisionistas o ideologías retorcidas. Los ciudadanos educados son la columna vertebral de un país fuerte.
Sexto, la salvaguarda de la cultura y las tradiciones. Material olvidado para algunos, pero no para nosotros. Celebrar quiénes somos asegura que las generaciones futuras pueden comprender y apreciar sus raíces.
Séptimo, el amor por la patria. Patriotismo: esa palabra que hoy parece tener un malentendido. Amar a tu país es apreciar y proteger lo que es tuyo, construir sobre su legado y procurar un mejor futuro. Una patria fuerte significa ciudadanos fuertes y sanos.
Octavo, la importancia de la responsabilidad individual. En lugar de culpar a terceros por nuestras circunstancias, promovemos que cada individuo debe hacerse cargo de sus actos y decisiones. Solo así se puede obtener una sociedad justa.
Noveno, limitar el poder del gobierno. Cuando el estado crece sin límites, se pone en juego nuestra libertad. Confiemos más en la capacidad de los individuos y las comunidades, y menos en sistemas burocráticos y lentos que apenas logran resolver problemas inmediatos.
Finalmente, el respeto al legado histórico. Vetaremos intentos de reescribir la historia. Es fundamental comprender los errores y aciertos del pasado para no repetirlos.
1043 es más que un número extravagante para llamar la atención. Es una referencia infinita al poder y la importancia de los valores fundamentales. Mientras otros buscan avenidas transitorias, nosotros elegimos la solidez del camino bien construido. Sabemos bien lo que funciona, seguimos adelante con lo que perdura. Conservamos lo que es nuestro, porque la experiencia muestra que funciona mejor que cualquier nuevo experimento efímero.