¿Alguna vez has sentido un riff de guitarra tan potente que podría encender las luces de un estadio? Eso es precisamente lo que la película "Thunderstruck", lanzada en 2004, intenta encapsular. Dirigida por Darren Ashton, esta comedia australiana muestra la épica travesía de cinco amigos que prometieron ir al funeral de Bon Scott, el legendario cantante de AC/DC, si uno de ellos moría primero. Una promesa medida en cervezas y risas que se convierte en el motor de una aventura inolvidable. Situada principalmente entre Sydney y Fremantle, la película captura el espíritu del rock y la camaradería, todo mientras explora temas de lealtad y sueños imposibles.
Al comenzar, "Thunderstruck" nos presenta a sus protagonistas: Sam Worthington como Ronnie, un optimista encargado de mantener el grupo unido; Callan Mulvey como Ben, un personaje que lucha por dejar atrás una vida sin rumbo; Stephen Curry como Lloyd, que aporta un toque cómico con sus extravagancias; Damon Gameau interpretando al frustrado baterista Sonny; y Ryan Johnson como el tranquilo Robbo, cuyo inesperado encuentro con la muerte inicia la odisea del grupo.
La película es como un largo homenaje a los fanáticos del rock, especialmente a aquellos dedicados a AC/DC. Logra captar esos momentos casi espirituales que muchos jóvenes sienten al oír a sus ídolos musicales. Pero no es solo un homenaje a la música. "Thunderstruck" nos recuerda la importancia de los sueños y las promesas hechas en la juventud, y cómo la vida adulta a veces las pone a prueba.
Al seguir a este quinteto en su viaje por carreteras polvorientas y pequeñas comunidades, es inevitable sonreír ante las situaciones absurdas y cómicas en las que se meten. Desde pelear con granjeros enojados hasta escapar apenas de problemas legales, cada evento parece un paso más hacia el inevitable destino de sus sueños juveniles contra la realidad adulta.
La película, sin embargo, no se limita a reírse de sus personajes. Profundiza en temas de madurez emocional y la naturaleza efímera de la vida y la muerte. Los protagonistas deben lidiar con sus propios miedos e inseguridades, enfrentándose a su mortalidad de una forma que puede ser más seria que otra película típica de "road trip".
"Thunderstruck" también es un reflejo de la Australia rural, y da una sensación de autenticidad con sus paisajes escarpados y escenas en pubs desolados. El sentido de comunidad y amistad se siente reforzado por un guion que nunca toma demasiado en serio a sus personajes, pero que no les quita mérito por sus esfuerzos y aspiraciones.
Desde una perspectiva política y cultural, la película toca indirectamente el tema de la idolatría en la música y el impacto cultural de bandas legendarias como AC/DC. En una era donde Gen Z redefine el significado de fama e influencia digital, "Thunderstruck" nos lleva de regreso a un periodo donde el impacto de un grupo musical se medía por la cola en un concierto y no por "likes" en una red social.
Ahora, hablando de alguien crítico o escéptico acerca de la película, se podría cuestionar el enfoque nostálgico como mero fan service sin mucho más trasfondo. De alguna manera, es un reconocimiento válido: el guion no es el más original. Aun así, para muchos fanáticos de la música, la película logra capturar una esencia que llega al corazón del rock.
El viaje de estos amigos no es solo externo, sino interno. Es un recordatorio que en tiempos que cambian y amistades que se enfrían, siempre habrá un camino de regreso cuando escuchamos nuestro "riff" personal, cuando buscamos vivir esas promesas hechas cuando los sueños eran tan reales como el sonido de una guitarra eléctrica.
En la maleta donde guardan sus vestigios de juventud, "Thunderstruck" es ese recordatorio nostálgico de una época donde el rock & roll todavía vibraba como banda sonora de la vida. Una recomendación para cualquier persona que alguna vez soñó con estar en la multitud de un concierto legendario o que alguna vez prometió a sus camaradas cosas imposibles bajo las estrellas y al compás de una gran canción.