A veces, los barcos tienen vidas más interesantes que las personas que los tripulan. El SMS Gefion fue uno de esos barcos que vivió una era de cambios tumultuosos y transformaciones globales. Este crucero de la flota alemana fue construido con la intención de patrullar las aguas y proteger los intereses del Imperio Alemán a finales del siglo XIX. Sin embargo, su verdadero legado va más allá de simplemente ser un navío militar: es un reflejo de los cambios políticos y tecnológicos que definieron esa época.
El SMS Gefion fue construido por la Kaiserliche Werft en Danzig, y lanzado al agua el 31 de marzo de 1893. En aquellos días, Alemania estaba en plena carrera armamentista, donde el poderío naval era símbolo de prestigio y dominación. El Gefion sirvió principalmente como crucero de protección, diseñado para operaciones en el extranjero. Pero su historia pronto se vio ligada a eventos que trascendieron su propósito original.
Quizás, algunos podrían argumentar que invertir en fuerzas navales era un gasto excesivo, especialmente en un momento en que las tensiones comenzaban a acumularse antes de la Primera Guerra Mundial. Pero otros sostenían que tener una flota poderosa era esencial para mantener las rutas comerciales y la influencia de Alemania en el extranjero. Estos debates sobre gasto militar y prioridades nacionales tienen paralelismos en las discusiones actuales sobre la importancia de invertir en defensa frente a necesidades más inmediatas como la educación o la sanidad.
El Gefion también participó en la Guerra de las Guerras de los Bóer como parte de las fuerzas de la coalición en Sudáfrica, donde las potencias europeas mostraron una vez más su ambición imperial. Ya en este momento, el mundo comenzaba a retumbar por el descontento general de las colonias y las injusticias cometidas bajo el nombre de la colonización. Es aquí donde el SMS Gefion simboliza el conflicto entre el deseo de dominación y la lucha por la justicia que estaba comenzando a emerger en todo el mundo.
En 1912, el buque fue desarmado y en 1916, ya en medio de la Gran Guerra, fue totalmente desmantelado. Pero su memoria no desapareció. Por un lado, los entusiastas navales lo recuerdan como parte de un capítulo perdido en las hazañas marítimas alemanas. Sin embargo, también encuentra su lugar en el debate sobre los costos de la guerra y los recursos desviados hacia aventuras coloniales que, a la larga, resultaron insostenibles.
Hay quienes lamentan la pérdida del Gefion, viendo en él una pieza de ingeniería adelantada a su tiempo. Otros, sin embargo, alzan la voz sobre cómo era un símbolo del nacionalismo exacerbado que condujo al imperio alemán a involucrarse en guerras que lo llevarían eventualmente a la destrucción. Estos puntos de vista reflejan divisiones modernas sobre el balance adecuado entre militarismo y diplomacia en la política internacional.
Recordar la historia del SMS Gefion nos incita a cuestionar nuestras propias decisiones, como sociedad, sobre dónde invertir nuestros recursos y cómo reflexionamos sobre nuestras políticas exteriores. A Gen Z, especialmente, que ha crecido en un mundo interconectado, se le presenta la oportunidad de reinventar cómo se manejan los conflictos y cómo se construyen las relaciones internacionales de manera más pacífica y equitativa.
El SMS Gefion ya no navega los mares, pero su legado sigue flotando en las mentes de aquellos que aprenden del pasado para intentar no repetirlo. Desde el punto de vista de quienes abogan por una política más centrada en las personas, en lugar de las armas, el Gefion es un recordatorio de la necesidad del progreso constante hacia una paz duradera.