Despierta: No Duermas en el Metro

Despierta: No Duermas en el Metro

Dormir en el metro puede parecer cómodo, pero la campaña "No Duermas en el Metro" nos recuerda los riesgos y nos invita a revaluar cómo manejamos el descanso diario en las metrópolis.

KC Fairlight

KC Fairlight

Quien nunca ha dormido en el metro que tire la primera piedra. Con un tren zumbando suavemente a través de las entrañas de una ciudad bulliciosa, es fácil sucumbir al sueño. Sin embargo, la campaña "No Duermas en el Metro" ha comenzado a cambiar la percepción sobre este hábito bastante común, especialmente entre quienes viajan diariamente al trabajo o a la universidad. Teniendo lugar en ciudades metropolitanas como Ciudad de México, Buenos Aires y Madrid desde 2022, la iniciativa busca educar al público sobre los riesgos de quedarse dormido en el transporte subterráneo.

La idea principal detrás de "No Duermas en el Metro" es sencilla. Dormirse en el transporte público no solo te expone a perderte la parada, sino que también aumenta la vulnerabilidad ante robos o acoso. Con innumerables casos de teléfonos desaparecidos y mochilas saqueadas mientras sus dueños soñaban con un mundo mejor, la campaña quiere amplificar un llamado de atención. También existe la preocupación sobre el bienestar físico ya que las posturas incómodas pueden generar dolores de cuello o espalda que afectan tu salud a largo plazo.

Ahora bien, los defensores de dormir en el metro argumentan que la vida moderna es agotadora. El malabarismo constante entre trabajo, estudio y tiempo personal desgasta incluso al más perseverante. Muchos simplemente aprovechan esos minutos de trayecto para intentar recuperar algo de energía. En una sociedad que valora la productividad a niveles casi inhumanos, ¿es tan malo robarle unos minutos al sueño durante un trayecto largo? Pero esta visión, aunque empática, quizás romantiza demasiado una práctica que en realidad conlleva riesgos.

Uno de los aspectos más interesantes de "No Duermas en el Metro" es cómo se conecta con un problema mucho más amplio de salud pública: la falta de sueño adecuada. En un mundo en el que estar constantemente ocupado es visto como un símbolo de estatus, el sacrificio del descanso se ha normalizado. Sin embargo, el hecho de no dormir de manera adecuada tiene consecuencias, tanto en la productividad como en la salud emocional y física. La campaña no está simplemente demonizando el dormir en el metro, sino que también es una crítica a nuestra relación con el tiempo y el descanso. En lugar de recargar baterías en el transporte, tal vez deberíamos replantearnos nuestras rutinas.

Pero miremos también a los sistemas de metro en sí. Muchos han sido criticados por las largas demoras y el mal mantenimiento, lo cual convierte lo que debería ser un corto viaje en una experiencia tediosa. Las condiciones incómodas motivan a la gente a dormir porque no hay mucho más que hacer. Mejorar el transporte público podría mejorar la situación, pero sabemos que estos cambios toman tiempo por cuestiones políticas y presupuestarias. Aún así, la mejora de los servicios públicos debería ser una prioridad urgente, especialmente para los sectores más desfavorecidos que dependen de ellos diariamente.

Otra voz que merece atención es la de aquellos que padecen trastornos del sueño. Para alguien con insomnio crónico que finalmente logra dormir un poco, a veces el metro parece el único lugar donde las luces kalidoscópicas y el ruido blanco logra lo imposible. No obstante, es importante recordar que aunque los problemas de sueño son serios, confiar en el transporte público como almohada no es una solución sostenible.

El fenómeno del dormir en el metro también puede verse desde un lente cultural. En Tokio, por ejemplo, ver gente dormida en el tren es prácticamente un arte. Con horarios laborales increíblemente largos, los japoneses han adaptado ciertas prácticas que les permiten descansar durante las horas pico. Culturalmente, incluso, se ha desarrollado un conjunto de reglas no escritas donde los viajeros son extremadamente cuidadosos para no molestar a los durmientes. Aunque se podría argumentar que estas prácticas reflejan un respeto mutuo impresionante, sigue siendo una solución a un problema que podría solucionarse desde la raíz con políticas de gestión del tiempo más humanas.

Despertar a una sociedad que funciona sin descanso nunca es fácil. "No Duermas en el Metro" es más que una simple campaña; es un recordatorio de que la verdadera solución no está en dormir donde se pueda, sino en cambiar cómo vivimos y estructuramos nuestros días. Ante el agotamiento colectivo, debemos preguntarnos si el tiempo que dedicamos a descansar es suficiente y verdadero. Replantear cómo priorizamos el tiempo nos ayudará a dormir en paz, y no solamente cuando un tren subterráneo nos acompaña al próximo destino.