Marshall Sahlins no era un antropólogo cualquiera; era un verdadero revolucionario del pensamiento, cuya vida y obra desafiaron nociones tradicionales al respecto de lo que significa realmente ser 'rico'. Nacido el 27 de diciembre de 1930, en Chicago, Sahlins dedicó gran parte de sus 90 años a trastocar ideas preconcebidas sobre economía, sociedad y cultura. Durante la mayor parte de su carrera, desarrollada principalmente en Estados Unidos, Sahlins se convirtió en una fuerza imprescindible dentro del análisis cultural y económico. Sus teorías han resonado no solo en el ámbito académico, sino también en debates políticos y filosóficos en todo el mundo occidental.
Su formación académica comenzó en la Universidad de Michigan, pero su carrera despegó en la Universidad de Chicago, donde su perspectiva crítica tomó forma bajo la influencia del antropólogo Leslie White. Sahlins se hizo un nombre profundizando en el estudio de las sociedades preindustriales, especialmente aquellas del Pacífico Sur, desafiando la idea de que estas fueran menos 'avanzadas' o 'pobres'. Sahlins argumentaba que, en sus propias maneras, estas comunidades habían encontrado formas de riqueza más significativas y sostenibles comparadas con las ansias de acumulación de los modelos capitalistas occidentales.
Uno de sus trabajos más influyentes fue "El capítulo del cazador recolector" en su obra "Stone Age Economics" (1972), donde sostiene que los cazadores-recolectores eran, en realidad, las 'sociedades afluentes originales'. Esta noción, a primera vista, parece contraria a lo que muchos consideran riqueza; sin embargo, Sahlins definió la riqueza como el bienestar medido no solo por bienes materiales, sino por el tiempo libre y la satisfacción. Durante una época donde la cultura materialista estaba en alza, Sahlins rompía paradigmas al sugerir que las verdaderas riquezas se encontraban en el equilibrio y la armonía con la naturaleza.
El enfoque crítico de Sahlins no estaba exento de controversias. No todos los académicos concordaban con su visión, especialmente aquellos inclinados a un enfoque más científico o económico. La crítica más común era que Sahlins idealizaba a las sociedades tradicionales, ignorando problemas internos o las limitaciones inherentes. Aun así, incluso sus críticos reconocían una verdad esencial en su trabajo: el capitalismo, con su producto bruto y avances tecnológicos, no siempre lleva al auténtico bienestar ni garantiza una vida significativa.
Sahlins también fue conocido por su entusiasmo en torno a la resistencia cultural. Durante los años 70 y 80, cuando varios países experimentaron movimientos anticolonialistas, sus teorías proporcionaron un marco para entender cómo las culturas locales podían resistir procesos de dominación cultural y económica global. Sahlins ofreció un análisis profundo de los choques de civilización, subrayando cómo las culturas pequeñas podían recuperar poder al reinterpretar o absorber influencias extranjeras, subvirtiéndolas en lugar de ser meramente asimiladas.
Podemos ver un llamado moral esbozado en la obra de Sahlins: valorar cuál es el enfoque de vida que realmente enriquece nuestro ser. En muchas de sus intervenciones públicas y textos, Marshall fue claro en su postura política y social: era crucial desafiar el status quo, cuestionar lo que otros dan por garantizado y, a menudo, poner al ser humano y su entorno por encima de la voracidad económica. Esto es algo que resuena, incluso hoy, en las voces activistas de jóvenes que abogan por un mundo más sostenible y equitativo.
Más allá de la academia, Sahlins también se posicionó políticamente en varias ocasiones, siendo crítico de las intervenciones militaristas de Estados Unidos y un firme defensor de las culturas indígenas. Esto lo hizo no solo un académico, sino un participante activo en la conversación del mundo que tanto observaba, algo poco común en el ámbito académico, donde generalmente se espera una imparcialidad clínica y distante. Sus colaboraciones para que se entendieran los 'contactos' inter-culturales de manera más justa revelaban su apasionada adhesión a la premisa de igualdad y respeto mutuo.
El legado de Marshall Sahlins vive no solo en sus escritos y teorías, sino en el cuestionamiento profundo que inspiró. Al final, lo que quizás le distinguiera más no fue sólo su habilidad para desafiar verdades establecidas sino su humanidad fundamental; una insistencia en que la compasión y la comprensión cultural pueden enfrentar la indiferencia y la dominación. Hoy, sus enseñanzas continúan guiando nuevas generaciones hacia un entendimiento más enriquecido del mundo y de qué se debe valorar verdaderamente.