Lucas de Wael, un viajero del tiempo desde el siglo XVII, parece haber sido un artista perdido en la modernidad. Nacido en Amberes en 1591, este pintor flamenco, conocido por sus pinturas de paisajes y escenas de género, creó un mundo colorido que aún resuena hoy. Su vida y obra encapsulan el espíritu dinámico y a veces caótico de su época, cuando Europa estaba moldeándose a través de intensos cambios políticos y culturales.
Como un joven en el siglo XXI que apenas puede mantener su atención por más de diez segundos gracias a TikTok, pensar en un artista como Lucas de Wael es un ejercicio fascinante de imaginación. Su arte no se viralizó en el sentido contemporáneo, pero en su tiempo, logró capturar la esencia de lugares y momentos que sus contemporáneos apreciaron de manera críptica. Es decir, de Wael ofrecía bocados visuales de culturas y paisajes mediterráneos que eran, en su manera, algo tan exótico como lo serían hoy selfies desde Marte.
Lucas de Wael vivió una parte significativa de su vida en Italia, principalmente en Génova. Esto no fue por mera casualidad, sino que el viaje era casi una obligación para los artistas del norte que buscaban aprender de los monumentales restos del Renacimiento. Italia era una meca para los artistas kit de inicio. Las obras de Wael muestran una clara influencia de los paisajes italianos, pero también son testimonio de cómo llevaba consigo las influencias flamencas.
Su conexión con otros artistas de su tiempo es fundamental para entender su legado. Lucas y su hermano Cornelis de Wael pertenecían a una red de pintores nómadas que ofrecían más que solo arte: producían una especie de crónica visual de la Europa moderna temprana. Estos hermanos exploraron lo que significa hacer arte en un mundo donde las personas empezaban a moverse y mezclarse más que nunca. Quizás un poco como lo hacemos hoy, pero más lento y sin el miedo constante de que tu avión se retrase.
Un elemento interesante es que, a pesar de su talento, Lucas de Wael no es un nombre particularmente resonante en el presente. Esto habla mucho de las formas en que el gusto y la revalorización pueden cambiar con el tiempo. Seguro, no puedes ignorar a Caravaggio o a Rembrandt, pero artistas como de Wael existieron y existieron con talento. Hay algo casi punk en esto, trabajando como una especie de contra-cultura artística de su tiempo, experimentando con el arte y tocando temas que eventualmente trascienden su propia época.
Aquí es donde resulta pertinente pensar en el valor que le damos a las creaciones artísticas hoy en día. ¿Cuántos artistas modernos están forjando su nombre por el reconocimiento presente, solo para ser olvidados en un futuro? Lucas de Wael es un ejemplo de cómo la historia tiene su manera peculiar de decidir quién se queda y quién se va. Sin embargo, su obra es un recordatorio de que no solo importa la celebridad, sino el impacto más sutil y prolongado que una obra puede mantener a través del tiempo.
Para los amantes del arte contemporáneo, revisar la obra de Lucas de Wael podría ser una invitación a redescubrir experiencias visuales que la historia mainstream ha dejado atrás. Su enfoque en la intersección de culturas, paisajes y experiencias comunes sigue siendo relevante. A través de sus obras, podemos ver un fragmento de lo que significaba entender el mundo en otra época, pero también lo que significa reinventar siempre la forma de mirar ese mismo mundo a través de cada generación.
Y es esa capacidad de reinvención, ese deseo inherente en el arte, lo que sigue otorgándole vida a trabajos del pasado en el presente. Porque, aunque el mundo de Lucas de Wael parece tan lejano como imaginar un mundo sin smartphones, su arte sigue siendo una conversación entre lo que éramos y lo que somos ahora. Y no sólo se trata de su técnica o estética, sino también del mensaje que nos recuerda la importancia de explorar, fusionar y disfrutar de la diversidad de experiencias humanas a través de los siglos.